Volando en tierra soñada, mirando a quienes me vieron
- Ayelen Maestra
- 31 dic 2024
- 4 Min. de lectura
¡Este mes llegué! ¡Llegué a Jujuicito! Después de tantos movimientos verdaderos, de encontrarme en tan* distintos paisajes, entre seres tan diversos (nuevos y conocidos), entre infinidades de sentires intensos y tan profundos; dejando momento a momento distintas capas de piel, encontrándome cada vez más con mi YO.
*Oigasé que TAN, es el sonido de una campana despertándonos del silencio.
En estos días entiendo que es de valientes hablar de nuestro SENTIR. Llegar a él, es algo que por algún motivo del dolor; nos da miedo. Solemos poner las armaduras de “el otro”, “la situación”, “la experiencia”, “los detalles”; porque llegar a la semilla de lo que se está sintiendo produce un pasaje por el dolor de mostrarnos, de escucharnos, de tomar consciencia plena de lo que estamos vivenciando… Mas cuando se encuentra y se lo puede decir, entonces la puerta del miedo se esfuma. Se esfuma y vuela, como tantos pensamientos que nos aturden, que nos limitan, que nos dan terror expresar, y que son solo eso; soplidos sin forma ni materia.
¿Qué pasaría si al leer esto y sentir, accionamos desde ahí? ¿Qué ocurre cuando la bandera del corazón toma el mando?... En mi experiencia personal, ocurre de TODO. Mas sobre todo; ocurre la manifestación más inocente de nosotros, por ende, conocemos una nueva comodidad adentro (ésta al principio, también cuesta vida, ¡Hay que asimilarla!).
Escucho muchos más sonidos, veo más de lo “normal” y ahora también les comparto mi voz completa sobre este año donde la participación de ustedes fue/es clave:
Sentí el calor paternal, en cada palabra de Alfredo entre medio de los Comechingones. En cada mesa abundante y compartida al calor de los hogares. En cada consejo suave y experimentado. Entre las lágrimas de Ale y sus abrazos al alma de saberme en calma. En los ojos transparentes y brillosos del “Abuelo” con su inocencia de niño, con su sabiduría de octonario. También lo sentí, en cada vuelta pasada en la city porteña; en la cama calentita, los mates con fruta, la charla lenta y profunda , junto a mi hermano elegido.
Me reencontré con la amistad, con las "nuevas" y las bien conocidas. Con muchas del momento actual, lo viejo comenzó a ser lo nuevo, el presente pensamiento; la unión verdadera. Con los de siempre, fue volver a presentarme y a conocerlos nuevamente, ahora mucho más distante a ellos. Sin embargo, mi sentir tan profundo de amor solo me permite abrazarlos, más y más. Amistad, entre pinturas con la familia paterna, los Fernets compartidos con los de siempre, los mates psicoanalíticos o los que tenían paisajes de verdes y piecitos de río. Con tecitos y pastaflora, previa cotidiana entre tanto frío para ir perfectas a la cama, junto a la hermosa Munay. Vincent entre saltos de Tarzán, y sus brillos de luz, los cuatro tremendos artistas con los que co-cree, en las miradas de mis Marianas y nuestras charlas, las Macarenas y una complicidad particular. Vero en el campo, Lur y sus abrazostetosos, Diegos y sus mimos alimenticios. Geminianas y charlas juguetonas. Algunas amistades de música, de canciones que nos acompañan, de bailes que guardo en mi tesoro único y personal. Amistades de charlas eternas, ahora por virtualidad, compartiéndonos en plena presencia sin interponer los kilómetros que nos van distanciando o acercando. “Que si se renuncia, que si se corta, que si me mudo, que no arranco - que no paro, que él es un tarado, que ella una histérica, que me duele, que estoy cansado/a, que se me murió mi amigo, mis padres, mi madre, mi tío”… Esta última lista fue eterna, ja!
Gracias por dejarme aparecer ahí, desde mi voz abrazar, amasar y teñir de amor cada rincón. . Ajedreces, bajos, cartas, pollitos, birritas, atardeceres, bailes y danzas, cocinas, candombe, tango y salsa, cremas, veganos, Torres y entre arroyos con mi Flor puntana.
He recorrido pieles morenas y blancas como el mármol. He danzado con cuerpos de violencia, de silencio, de pura gozadera. Los besos que este año hemos creado de confianza, de alegría, de cariño, de pasión. Me han dado la mano de mil formas, encontré un abrazo-cuna donde mi entrega fue absoluta. Las charlas compartidas de mirada en mirada, de pincel en pincel, de estufa y birrita, de Vermut y hogar, de danza y tambores en la intimidad, de histeria en histeria, de nuestra noche estrellada, de besos en camas. Escuché nuevamente tu voz luego de tantos y tantos meses, y me hechicé en tus ojos de océano sinceros otra vez. Me encontré con tu luz tan profunda, me asusté ¡Te lo pude decir! Tu aura me anida en paz. Acá vamos, animándome a mirarte una vez más.
Por aquí pasaron montones de seres… Madres cancerianas, mamita entre sus selvas coloradas, LUNAS que me miman hoy y siempre, que se volvieron hermanas, risas femeninas que vuelvo a elegir, mis sostenes, mi equipo de amor de creación. Mujeres madres, mujeres abuelas, mujeres nuevas, mujeres iguales y distintas a mí. ¡MUJERES REALES Y PODEROSAS!
FUERON Y SON TANTOS LOS QUE HAN SIDO PARTE DE ESTE VIAJE ANUAL MÁGICO, QUE SOLO ESCRIBIENDO UN MILLÓN DE PÁRRAFOS, POR AHÍ y solo POR AHÍ, PODRÍA CONTAR casi TODO Y A TODOS…
Gracias, por dejarme ver tus lágrimas que fueron los diamantes de ese momento genuino y expansivo, de amor del momento. Gracias por las caricias de mil formas que este año, tantas y hermosas personas me han regalado; entre ellas, también las tuyas, que me lees. Gracias a tantos por escucharme, por abrazar mi sinceridad, por desnudarme, y mirarme entonces a mis ojos.




































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