Gracias por viajar conmigo

Ilusiones
Ilusiones que se hacen
cuentos, cuentos que se crearon
de historias, historias de personajes
inventados, invención de mi
fantasía, fantásticas
melodías de sonidos mágicos.
De marfil
10, 9, 8, SIETE, SEIS, CINCO, CuaTRo, TrEs, dos, uno...Son los escalones que bajo cada vez que las quiero visitar. Esta sentada sobre la arena canela, contemplando el agua turquesa acompaña de una curva de árboles fuertes, que con su poco de sombra, embellecen todo este lugar. Solo se escucha el murmullo de las olas y el sonido de su reloj sin números, sin letras disfrutando de la armonía que se forma en esta constante, unión. Nuestras palmas se unen y una vez más, sonamos, entrelazándonos en ADN por la eternidad. La abrazo y siento su calidez, su sencillez, su sabor y su soledad, me estaban esperando como cada vez que ando; por acá. No está sola, ahora la acompaña para siempre mi hermana que sus brazos cobijo le dan. Me sonríen a la distancia y me acunan. Las tres contemplamos el mar, regalo instantáneo y glamoroso, pies descalzos entre arena, juguetones, que saben que Todo es real. Hablo, escucho, recuerdo, río, lloró, me abro cual flor y me desnudo, quedando solo en cenizas que se marean con la ráfaga que acaba de pasar. Vuelo, vuelan. Las suelto y vuelvo a contar, cada escalón blanco, marmolado y luminoso que me hace volver a este lugar. Uno respiro, 2 siento mis pies, 3 ... Cuatro en cuerpo, llegué, 5 olores, 6 parpadeo y abro mis ojos, siete me comparto, 8 regresé, nueve ya estoy acá y
salto en el diez.

En tiempo
Llegué. Luego de selvas, campos, ciudades, naranjas y violetas. Me sentía nervioso, este era un punto que parece estaba buscando. Me temblaban las manos, mis pies inquietos y la mirada se perdía ante las flores, las poesías, los colores, las historias; los nervios crecían cada vez más.
¿Por qué tanto miedo a lo desconocido?
Los pensares, iban y venían. Mi cuerpo se agotaba ante tanta espera de apenas unos minutos frente a tu puerta. El viento relampagueaba en mi frente, el sol no calentaba, me sentía en todos lados repartido, en todos menos en ese lugar finito de tierra. El silencio era eterno y me acuchillaba por dentro.
...¡Dale, abrí!
Templanza, se me repetía en el interior. Respiraba cada vez más despacio, para no huir. Al fin había llegado allí y él no aparecía ante mí. Me derrumbé, me arrodillé y el hocico de un lanudo me trajo humedad de calma, de paz, de vuelta a ese lugar. Levante mi columna y en gritos de auxilio angustiante, el crujido calló en mi cabeza; se abrió el portón.
Acostado, desparramado, agotado de tanto vivir. En esa dulce espera del partir. En tus ojos me volví a ver. Viejo y antiguo amigo de otros cuentos que me asustaban recordar. Cuentos que se presentaron frente a mí y mis mil pétalos que cubrían aquel dolor, que no se querían ir, se cayeron. Tus antiguas arrugas y las mías aún finas, se hablaron de nuevo, encontrando velozmente cuna de antigüedad en nuestro lucero.
¡Me asusté! Tanto tiempo, escondidos uno del otro, ahora entendía el porqué. Es que si de almas se trata este pasillo, la tuya a la mía está en familia de eterno inicio.
¿Cómo contarnos todo aquello que vivimos separados, cuando ya está por desintegrarse el tiempo a tu lado?
¿Cómo desear estar presente cuando te siento allá, ausente?
Dolor, que pasa y traspasa por todo mi cuerpo. Tu enojo que sobrepasa mi intelecto, nos encontramos una vez más en este bucle eterno. Pensaba que me esperabas para contarte mis aventuras, mas me encontré parado ante ti sosteniendo los frágiles hilos que quedan por compartir.
Furia por dentro.
Apenas te encuentro y ya te estoy perdiendo ¿Cuántos momentos nos quedan para robarle de soslayo a ese pacto con el tiempo?
Te quiebro y me quiebro. En un solo segundo de sentirte mi Gran espejo que reniego, que me aprieta y que de a pasos brutos libero.
Estruendo en mi corazón de cilindro.
Me dejaste en completa escucha de lágrimas que humedecían mis venas, que recomponen tu esencia, que despiertan cada una de mis células.
Mal-digo estos años que no te he visto, me los guardo para que tu cuerpo no cargue con esta mochila. Se la entrego a tu sabio espíritu para que me guíe una vez más, porque tengo miedo. Miedo, a que tus próximos pasos sean muy de prisa y que no llegue a separarme de tu cuerpo con los honores que este siempre estuvo al encuentro.
Recién te encuentro mi amigo, para despedirme nuevamente en un abrazo vibrante.
En un abrazo de lirios.

Mi sangre
Me encontraba ahí, perdida entre mis 40 años, y ellos sus poquitos más de 10...
¿Qué tanto enojo podía masticar y soltar? ¿Por qué ocurrían estas escenas en mi vida? ¡Irá! ¿Con ella la mujer que tanto me cuido y amo? ¿Con la justa injusticia del movimiento universal? ¿Conmigo por estar ahí sin saber para donde o para que salir?
Ellos mis mismos rasgos, con ojos de cielo, con semblante doloroso y sonrisas de bienvenida. ¿El lugar? De olor a tierra, olvido de padres y nostalgia de abuela. Perdidos entre la lejanía del silencio, culpables de un destino sin-Cero, sin número aparente posible, allí. Yo, con manos llenas de todo, vacías de años alejados. Conociendo por primera vez, sus rostros rechazados.
Dolor del humano. Frustración del pasado y presente. Desesperación de un futuro en Mis manos.
-"Viento, acaricia mi pecho porque no sé qué siento."-
Despertares violentos como este, donde caer no es una opción, mas es la única que encontré. ¿Cómo abrazarlos, cómo confiar en “mi con ellos”? Ellos, que me traen a mí. Recuerdenme; por qué estoy aquí?
Fue un primero de mi vida, un nuevo renacer. Un cambio en el antes y el después. Caminé y los escuché, los miré a sus almas y me enamoré.
No sé que tipo de amor es, dicen que hay muchos este título aún no lo encontré. Mas mi alma rebosa, ya no están solos ni Yo tampoco; a partir de esta escena estamos siempre juntos los tres.
Admito, por momentos el odio aún no sé a quién de todos devolver. Así que me guardo en nuestro silencio, lo envío lleno de compasión, de aceptación, te miro para que veas mi caos interior...
Ahora somos tres. Ahora jugamos la vida en unión. Ahora nos olvidamos de todo aquello que no fue; y nos divertimos, en la creación de, HOY.


Los miro a los ojos
Los miro por todos lados, los escucho; pero no, no los entiendo.
¿Cómo hicieron? ¿Qué hicieron?
¿Dónde encontraron esa gota que les rebalsó el corazón?
Es solo una gota, son dos o es parte de esa manera que nos hace girar y nos tira en la orilla desplomados. Volvemos a recordalo… nos recordamos lo insignificante, lo NADAdores que somos, caemos rendidos observando a nuestro alrededor. Mas en realidad sabemos que no importa el exterior. Algo nos movió, nos desnudó, algo nos sacudió y desde ese momento, comenzamos a temerle a la marea llena de nosotros...
No era necesario que nos empujará con violencia. No era necesario que nos sacudiera toda la ropa, pero así lo hizo.
Entre espuma, olas, fuerza y energía espiralada de este infinito tiempo.
¡¡Toca no olvidar!! Esto es un juego ¡¡A jugar!!
Por ahí todo fue y es necesario para que los deseos; dejen de gobernar.

Ausente
"Soltame de una vez..." Te lo digo cada vez que apareces.
"Soltame otra vez..." cuando te asomas en mi presente.
"Soltame, que me doles..." repito si te encuentro ausente.
¿Cómo te lo grito, cuando no es este el plano donde sucede? ¿Cómo te lo digo, cuándo no es este el tiempo real donde te registro? ¿Cómo te lo susurro al oído con cariño, cuando mi corazón que ama, teme al olvido?
Así, me suceden los días. Así me encuentro perdido, así me abro al universo para que me traiga más respuestas que tu sencillo silencio.
"Accione mi Negro" me dice la abuela curiosamente, que entre sus delirios de vieja, sabidurías de anciana con canas trenzadas.
"Lo que tiene que SER, será" me abraza mi hermana, no sé si para consolarme o porque no sabe que contarme en este inquietante momento del cuento redundante.
"Ya va a pasar" me recuerda el cartel de la esquina donde cruzó todos los días el camino.
Mas pasar, pasan los tiempos, las vidas, las miradas y los momentos. Yo quedé impregnado en tus ojos color dorados, de creaciones y sueños materializados. Tu inocencia de infante, tu cuerpo deseante... te extraño, bah; extraño eso que formamos al unirnos, eso que no sos ni vos ni Yo, es ese otro que se forma en el encuentro.
Dicen que ahora es momento de desear; deseo que mis palabras te las alcance tu viento, deseo que mi amor te rodee en los abrazos que te encuentren en este momento, y sobre todo, deseo que mis deseos se creen en este presente para los dos estar algún día ausentes.

Morena
Nos miró a las almas, ella nos sintió. No era un día más, era uno de tremenda profundidad. Nos trajo la siembra de sus cuentos, con su pelo de tierra y su voz dulce con sonrisa en puntillos...
Ella, mariposa en movimiento que a todos impacta de acuarela, mírenla paseando entre las callecitas de los cerros con colores violentos, intensos. No es de sueños de hadas, es de carne y lágrimas, con sudor de gotas secas, con energía de tambores fluyendo, de saltos de tribu, de alquimia en su vuelo. Morena es la historia, gozosa y de alegría. Melodías en ella se acunan, vinculan y regurgitan. Comparte y reparte su arte, insaciable se la siente con tanto alboroto en su cuerpo interno y constante.
Juntas nos tomamos los hilos dorados y al pozo caímos, rápido; entramos a latido de reloj escondido. El conejo se hizo hielo, nuestros corazones bombones de niños contentos.
La pérdida fue impune con trasporte de 10 gusanos congelados, las sogas se estiraban desde Juanitos, hasta la fruta que nos despedía. La ironía de estar pensando los pasos del juego, nos obligaba a expulsar risas en ese rectángulo Quebradeño.
Se terminó ese encuentro que todavía se sigue sintiendo, duro un minuto el encuentro o un siglo de sueños. La belleza continuo, elegante entre sus telas brillantes. Nosotras quedamos con el aire contento y sembrado, por esas manos de magia que nos acompañaron en ese túnel universal, llamada con burda simpleza como danza o baile en estos viejos tiempos tontos.

Ellas
Volvían sentadas en sonido de quietud, con esos últimos tonos bronceados del día que siempre guían el corazón. Ellas, entraban por ese gran parabrisas que apenas si las dejaba mirar hacia el exterior.
Ella sin sonidos y en calma, tocaba la mano agrietada y débil de su Otra Ella. Se deslizaba más que por los pliegues de la piel; le tocaba la fuerza, los años, los sentires de su Ser, el bombón interior que tanto se empolva a veces, el alma de su vejez. La Otra Ella, posaba su mano siempre en ese lugar, pues la calidez que allí encontraba no existía en ningún otro sitio; no para esta mujer.
El paisaje se movía aunque parecía siempre igual. Ellas danzaban armoniosamente con ese vacío, con esa extensión del mundo donde nada y todo podía entrar.
Los pensares que aparecían eran tantos que solo quedaba escucharlos y continuar; jugar con ellos, mirarlos, abrazarlos y soltarlos, dejarlos volar. Eran tantos los que se desplazaban de un extremo al otro, que podían compartirlos sin palabras, sin muecas, bastaba con esa complicidad que tenían desde hacía decenas de años de creación y cariño, de encuentros y desencuentros. Pocos comprendían su profundidad y su comunicar.
De pronto, el mar en sus frentes. El motor se apaga, el silencio late durante unos minutos eternos en esa hora dorada. Un violín suena en sus oídos que las invita a mirarse a los ojos.
Ella la contemplativa, es hermosa y muy sincera. Su observación no la engaña, tiene en frente a la mujer que alma, ha encontrado al Ser más angelical que la tierra le ha cruzado en su andar. Reconoce cada uno de sus ríos secos, de su extenso cuerpo que regala aroma de dulce frescor, sabe los mil colores que guarda en su universo ocular, respira su sonrisa pequeña... Esa creíble humana, a quien desea y en su mente le fabrica casi todos los días un Altar.Para sus adentros le relata "Diosa entre los dioses ha encarnado una vez más. Diosa de mis vidas, otra vez te he vuelto a cruzar"... Antes de que se dé cuenta una lágrima le maquilla el rostro otorgándole espacio a su vulnerabilidad.
La Otra Ella recibe todo el momento, ha tejido años de completo amor llenos de remolinos, subidas y bajadas. Se han juntado en un antiguo pasado, y elijen unirse en cada presente, en esa hermosa libertad de ser tan diferentes. Besa esos dedos largos y delicados; entregándole miel acuosa, creada por millones

de suaves e intensos recuerdos. La mira encontrando ese otro inmenso infinito de mares y océanos, esos que siempre la serenan y acunan.
Inhala, más lento que de costumbre y casi tímidamente ríe mientras también desliza sus lagrimitas. Esas lágrimas saladas, junto a su risa inocente... Juntas han vuelto a ese mismo lugar, donde La Noticia se hacía palabra y en vez de olas, eran OLEADAS...
Se observan mutuamente más jóvenes, con pieles de porcelana y con esa pequeña entre las dos. Pequeña, que entre preguntas impensadas y filosóficas, ropas manchadas y canciones alegres, siempre el plan conquistaba del presente. Esa chispita movediza, que junto a ellas tantos mundos construyó; y derrumbó... No tenía miedo a luz ni a las sombras, pues todo era diversión y todo con sus historias podía crear con ritmo y sabor. Era extensión celeste en cada momento; sus pelos de tierra, su color de arena y sus ojos encaracolados armonizaban con su voz de sirena al cantar. Era vida serena que arrullaba a todo Ser que se acercaba. Era mar y era vida, era pura energía. Todos la veían y a la vista de La Muerte también se asomó...
Y sí, Muerte pero para nada tonta, la eligió. La hizo secar en este plano para llevarsela junto, a mojar con su voz todos los salones que conocemos vos, ellas y YO. En un instante el destino secó, con un viento violento, cada gota vital que la hacía nadar en un sólo show...
Estas ancianas nuevamente la recuerdan (si es que en algún momento la olvidan). Se agarran fuerte cada uno de esos 20 cruzados no tienen principio ni fin entre ellos, así no sienten tanto a la soledad. Sus auras se encuentran acuosas y cansadas cuando vuelven a ese inmenso tiempo, a ese joven y antiguo momento, cuando el silencio no encontró lugar.
El violín las despierta, se miran nuevamente y se mezclan. Lloran mientras ríen, ambas saben que están partidas, como este momento actual. Sus mentes vuelan y sus cuerpos aún siguen acá. Así crece el amor de estas humananitas, que de materia no entienden porque saben que es más intensa esa vocesita que las demanda y les recuerda que allí está, una y otra vez. Sienten la claridad que las rodea y que no las deja desvanecer, a veces se preguntan si es ella quien no las deja caer o si por ella caen continuamente, para poder volver a nacer.. Muchas veces entre quejas y sales, la maldicen porque es muy difícil amarla cuando no la pueden ver. Saben que esto no se entiende, esto se siente.
El violín sigue sonando, el mar arruyando. Ellas siguen creando ese mundo de caricias y cicatrices, frotándose, entregando belleza al paisaje del presente; anochecer...
Hoy vos y yo, que desde este huequito tan lejano y cercano las espiamos, también las acompañamos dentro de ese cuadro. Las abrazamos con bondad en este eterno y doloroso amor que la vida nos da para saborear.


Toc, toc. TOC
Hoy me vi con un astrólogo, en su cuarto había pintado de amarillo el fondo con palabras negras y verdes, no recuerdo a cada una de ellas. Era joven y muy sabio. Casí me pierdo así que de pronto, le pregunto -"¿En que piso estoy?"-. Respondé que en el 3 D, me doy cuenta que es la casa de papá. El enano de la entrada, tenía la mitad del cuerpo derecho con globos de colores, y sangraba de rojo doloroso.
Yo, pintaba el cuadro del camaleón... a él, le gustaba participar con color lila, con ello se mejoraba y calmaba.El techo de la casa donde me encontraba llovía mucho, lo sabía por las cortinas de color verde, por suerte la vecina me pasó el contacto de un malabarista.
Es un teatro muy extraño, al salir pude ver animales muy especiales. Eran dos especies; un tipo hipopótamo/jabalí y al otro lo recuerdo mejor, un ñandú peludo blanco, con plumas a los costados azules, verdes y rojas, con una cresta blanca y tornazolada brillante.
Toc, toc. TOC

A mi sapo
¡Me asustó! Porque no, no fue solo amor. No fue solo encuentro. Fue electricidad de momento, de relámpago, de silencio. No es la primera vez que un rayo atraviesa mi cuerpo, mas si la primera que traspasa mis ojos, mi alma, mi pecho completo.
En un instante desapareciste y aunque los meses pasan, mi mente sigue observándote en ese vacío. En un espacio donde la sangre me trajo a tierra, al dolor, a ese profundo de la humanidad completa, porque sé que entre vos y Yo, está el TODO y así se siente, se sintió. Me asusté.
Susto, susurro de viento, palabras que creen, mente que descansa, consciencia que te vio brillando… ¡Me vuelvo a electrocutar al mirarte entre ese bosque de hongos, entre esa laguna turquesa o esos ojos infinitos que no tienen reflejo entre tanta cintura de agua! De agua caudalosa, de sentir intenso, de cascada continua y constante, de pureza e inocencia de niño… Eso ví en este tipo sin cabeza… ¡¡¡¡Y sí, otra vez me asusté!!!
Hoy, te vuelvo a leer, te recuerdo como si fuera ayer. Ayer del tiempo mío, ese tiempo infinito de cinco minutos donde de todo puede pasar… De años completos, rellenos de nada hasta el momento correcto. Te vuelvo a sentir y me pregunto ¿Dónde estarás ahora? ¿Estarás danzando entre los elefantes? ¿Abras encontrado a los verdaderos gigantes? ¿O será que entre este paraíso de cuento volveré a cruzarte?
Te cuento sapo de cuentos, que ya no te tengo miedo. Te cuento sapo mi cuento, para que lo escuches con tiempo. Te cuento a vos mi sapo sin cuento.
Deseos
"Soltame de una vez..." Te lo digo cada vez que apareces en mi mente.
"Soltame otra vez..." cuando apareces en mi presente.
"Soltame, que me doles..." repito si te encuentro ausente.
¿Cómo te lo grito, cuando no es este el plano donde sucede el encuentro? ¿Cómo te lo digo, cuándo no es este el tiempo real donde te registro? ¿Cómo te lo susurro al oído con cariño, cuando mi corazón que ama, teme al olvido?
Así, me suceden los días. Así me encuentro perdido, así me abro al universo para que me traiga más respuestas que tu sencillo silencio.
"Accione mi Negro" me dice la abuela curiosamente, que entre sus delirios de vieja, sabidurías de anciana de canas trenzadas.
"Lo que tiene que SER, será" me abraza mi hermana, no sé si para consolarme o porque no sabe que contarme en este inquietante momento del cuento repetitivo.

"Ya va a pasar" me recuerda el cartel de la esquina donde cruzó todos los días el camino.
Mas pasar, pasan los tiempos, las vidas, las miradas y los momentos. Yo quedé impregnado en tus ojos color dorados, de creaciones y sueños materializados. Tu inocencia de infante, tu cuerpo ... Te extraño, bah; extraño eso que formamos al unirnos, eso que no sos ni vos ni Yo, es ese otro que se forma en el encuentro.
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Dicen que ahora es momento de desear; deseo que mis palabras te las alcance tu viento, deseo que mi amor te rodee en los abrazos que te encuentren en este momento y sobre todo, deseo que mis deseos se creen en este presente para los dos estar algún día también ausentes.
Un tiempo



La relatividad del tiempo y blablablá. Me llegó la pregunta, me llegaron sus dudas, escuché sobre filosofías, miré la abstracta creencia de la hora en un reloj y luego el almanaque de mi heladera. Todas y ninguna me decían cosas comprensibles, era cuestión de empezar a creerles para recordar que esa teoría no correspondía con la historia aún no escrita.
Mi gran duda comenzó por aquí; “Esos momentos que me duran una eternidad y al mismo tiempo, un efímero instante” ¿Cuál es el tiempo correcto en el que me debo parar? Lo que siento es una vida completa compartida y al mirar para atrás veo que no es real; que fueron años, horas, minutos, momentos precisos de corazones bombeantes, pero que ya pasó y que tuve y tengo muchas vidas más con otros Seres. Vidas llenas de amor, de minutos, de montones de encuentros o de un solo compartir honesto; todas jugando por un segundo en la falacia de la quietud del momento.
Me pasa compartir millones de emociones y situaciones de nacimientos. Ver en un solo minuto, incorporarlo en mi intensidad, con la liviandad que conlleva el tiempo. Cerrar los ojos y encontrarlos abiertos en ese paisaje subreal, distante y cercano. Escuchar años completos con un mismo sonido y millares de melodías distintas que lo hacen complejo y único, al mismo tiempo quieto y vacío.
Busco esa respuesta que resuelva mis tiempos del sentir, un termómetro que aún no consigo encontrar en ningún lugar fuera de mí, sería muy difícil de explicar si lo tendría que pedir. ¿Tendría que medir mis pulsaciones? ¿La térmica de mi cuerpo? ¿El silencio que allí habito? ¿Será que es una pregunta insegura e incomprensible, o nos pasa a todos por estos tiempos?
Igual igual, no creo… pues no creo que haya dos sentires iguales, ni siquiera solo en mí. Vuelvo a rumear mis preguntas ¿Cómo podría yo explicar lo que siento en esos momentos? Si en cada instante cambio, si constantemente sigue girando la tierra donde Yo me paro ¿Será verdad que el tiempo es real y continuo? ¿Será que a veces salta o se detiene? ¿Será que no se puede ir para atrás?
Eso sí, cada vez que vuelvo, vuelvo distinta; vuelvo eterna o no me voy más. Mi tiempo, es tu tiempo y su tiempo; es el mismo que comparte una longeva tortuga y la vida completa de la mariposa, el crecimiento de tal o cual semilla y la explosión de la ira humana. Es el pasado que se mezcla con el futuro y me para en este presente en el que me deja danzar, mientras suelto situaciones que completan mi alma, y que por ende, ya nunca más se irán.
Este es mi sentir, que es tu sentir-miento y el de quienes ya no están aquí. Esta telaraña invisible que se expande y es inmensa, se auto reconoce como pequeña y crece, crece cada vez más. No he dicho mucho, para algunos por ahí no he dicho nada, para otros hoy lo dije todo. Por acá viene y va mi tiempo eterno que duro un instante en esta vida de cuento.

Venus de hoy
A ella la mataban tus ojos. A ella se le destruía su castillo de árboles cuando te miraba y encontraba tus manitos calladas, tus heridas internas que nunca sanaban. A ella la mataba tu silencio, tu ruido constante, tu vacío interno.
Ella luchaba por vivir, pero el hilo del inhalar cada vez se le hacía más denso y no alcanzaba a agarrarlo. Sus exhalaciones trataban de inundar todo a su alrededor con colores, sabores y amores… Sin embargo, ella era una, ella era mortal y tus ojos la seguían matando.
A ella le costaba mirar, pues su espíritu libre no podía atarse a lo carnal, a lo animal, a vos. Ella compartía el sanar, mientras se sanaba, ella dejaba huellas para poder caminar ese mismo destino con mayor facilidad.
Ella, miraba y se expandía, vivía mientras moría. Ella era una entre todas, todas las que somos una, ella está en mí, en vos, en ella, en todas, en todos… Ella vive, porque en cada mirar muere y vuelve a nacer, ella ama como nunca antes lo pudo hacer.
Ella ya no está aquí, ella logró amar hasta el fin.

Manual
Exhala en ojas,
inhala tu raíz.
Vacío, silencio, medito
y el viento vuelve a fluir.
​
A tonos sombra y cobijo das,
mas disfruta tu lluvia,
ella a tu encuentro va;
ella en tu centro está.
​
Desborda caudales,
vuelve a crear.
Todo ya esta ordenado,
solo el caos falta amar.
​
Toca esta tonalidad de mi voz, de tu Yo.
Tráeme sonidos de este río invernal.
Erguido ya esta el tronco,
el trono, de este nuestro sueño astral.
​
Tierra en tu éter,
mi compañía, ha sido tu elección...
​
​
Jota


Avanza, avanza, avanza, medita...
Sonríe, sonríe, sonríe, silencio...
Observa, observa, observa, intenso!
Siente, siente, siente todo... ¡Agh! ¡Qué violento!
​
Guía en cuadrados mentales,
lee lagunas lunares.
Aprende de tontos sabiondos
enseña a maestros del TODO.
​
¿Por qué te guardas detrás de tantas capaz?
¿Por qué a las miradas insinúas alejar?
Abrazo los pasos de esta carne,
despega con las alas de nuestro viaje.
​
​
​

Me doy cuento
A veces la vida duele TAN profundaamente…
Que difícil se me hace poner en palabras el CAOS QUE SIENTE TODO MI CUERPO. Que difícil, se me hace compartirte aquello que no viviste. Entonces, me siento sola, entre medio de tanto RUIDO, de tanto barullo.
Me doy cuenta que me siento
y te escucho. Me doy cuenta, que me siento y te siento, y te siento más de lo que estás sintiendo. Entonces me compartís tus cuentos; esos oscuros que nunca nadie había visto antes, esos creativos que están creciendo cuál árboles que tampoco nunca se habían visto.
Me doy cuento:
una gotita de un color y también otra del otro. Ya no sé si es una elección, así es la vida; continúa, continúa, continúa… Las profundidades son cada vez más profundas. Mas la alegría, el dolor, la vida, la muerte, los colores, la naturaleza ¡el ruido! cada vez más superficiales; pues el sentir que llevo dentro se replica constantemente en todos mis fractales.
¿Cómo te cuento este que es mi cuento, si no lo vivencias desde adentro?

Presente
Te extraño y sé que es un simple llamado
Te siento a lo lejos, mas mis palabras son suaves cuentos.
Te veo en mis sueños.
Te mando un abrazo cobarde.
​
Me enojo y lo siento,
la tristeza me invade por momentos.
¡Mi amor, seguis viviendo!
Mas tu voz es una de mis Tantos anclajes del momento.
​
¿Cómo te canto si no te veo?
¿Cómo te cuento que te estoy pensando?
Entre cerros y senderos,
nuestro amor se hizo eterno.
Entre cerros y senderos
esta melodía se hizo carne.
​
Te escucho en el silencio,
y te encuentro en lo profundo.
Tu ilusión es mi lucero,
que solo busca destierro constante.
​
Mi alma sigue volando,
la tuya coloreando.
Nos quedan momentos; ahora,
nos toca por distintos lugares los movimientos.
​
Te canto aunque no me veas,
te cuento que aunque a veces te pienso.
Porque entre cerros y senderos
este amor se hizo eterno.
​
Porque entre cerros y senderos
nuestra canción se hizo viento.
Me sigue seduciendo
“LA VIDA ME CANSA”.
Así se encontraba nuestro vínculo, decirlo me aliviaba y al mismo tiempo me asustaba.
Fue en uno de esos momentos sentada en el futón de la terraza, comprendí que ella se había desenamorado de mí o (y sobre todo) yo de ella. Tomé un sorbo de té frío, introduje una bocanada de humo y me di cuenta: su hermana era más calmada, silenciosa y seductora. Mi relación con ella era ahora extrema, armoniosa, irruptiva y deliciosa.
¿Qué hacer cuando uno está vivo y se enamora de la muerte? ¿Qué hacer con su seducción? ¿Qué hacer cuando te coquetea constantemente pero te da la espalda? Y… ¿Qué hacer con la belleza irrefutable de la vida que no te deja en PAZ?
Solté nubes grises de mi interior; mezcla de aire, calma, terremoto, ansiedad y tabaco. La Muerte me tenía embelesada. Sin embargo, la Vida se encontraba también allí; sentada, desde su banco, me miraba con amor profundo, me acariciaba el alma, esperando ser observada, en cada brote que me cruzaba, en cada despertar que aparecía en mi ventana.
Los días pasaban, la terraza no cambiaba. La noche y el sol habían dejado de diferenciarse, mis ojos dos cristales y Yo, Yo respiraba aún. Inhalaba y exhalaba porque eso deseaban los pulmones. Pensaba y creaba ilusiones fuera de la realidad, porque mi mente así se entretenía. Lagrimeaba pues los ojos se limpiaban constantemente y no tenían razón de ser, ahí estaban. El té no tenía sabor, el puchito me recordaba que aún seguía ahí. Me aburría, me cansaba y todo, todo menos Yo, continuaba… Me agotaba.
Me levanté, tire mi cigarro y de pronto, el viento me voló. Volé junto a la flor que se encontraba a mi lado, la volví a oler, "¡Que pilla la vida!" pensé. Y sin mucho más donde investigar, me entregué a las páginas vacías que estaban frente a mí y se iban rellenando: de maceta, de sol, de silencio, de bocinas, de calor, de palabras, de ella que me despertaba de un letargo donde había sido muy feliz. Tenía miedo, mucho miedo de comenzar, pues la podía sentir seca, dura, agrietada, otra vez sin labrar. Mas tantos vacíos tengo, que con ella solo me propuse volver a conocerla y recorrerla sin expectativa alguna.
¡Aaaagh! La Vida, la Vida es tan pura y tan amable que ni un solo reproche me hizo. Me recibió con sus colores extendidos y aunque a veces se daba cuenta que la engañaba, porque Vida pero no boluda, me seguía esperando acogedoramente en la próxima página.
Con el tiempo, (con el de HOY también) a mi amante Muerte, poco a poco, muy lentamente le voy perdiendo la admiración, esa etapa de pleno enamoramiento, porque ya no me miento. Aunque con pasión se empecina en estar siempre presente, ya le he confesado que me he emparejado con tu hermana. Claro, que día a día la siento, la extraño, la deseo y la vuelvo a soltar. Sé que volverá, sé que me esperas, mas también sé que me toca acariciar otras tonalidades además de las suyas... Por ahora, le dejo ese espacio que se ganó y que siento que ya nadie se lo va a sacar.
Diariamente me propongo enamorarme y encontrarme en cada mirada, en cada flor, en cada silencio que me rodea: frente, al lado, afuera y al costado de la Vida. A veces me habla y le respondo, levanto mi rostro y dejo que mis ropajes se caigan por completo, quedando solo Yo, deseándola como a esos amaneceres otoñales. Soy amante de ambas, soy consciente de que son la misma moneda, de la que me enamoré completamente.
Volver
Nos bordábamos. Nos volvíamos a reconocer, ella con sus ojos dorados, yo con mi corazón en mano desgarrado. Nos quedamos horrorizados, las almas nunca se habían separado. Entonces ¿Qué cuento nuevo nos contamos?...
La miraba, estaba transparente, desnuda. Podía ver sus cicatrices las cuales me mostraba orgullosa, su forma de curvas, la espiaba cuando se volteaba, con deseos de ser agente de sus sombras.
El tirabuzón del tiempo infinito, las multicolores livianas y voladoras, olores de veranos, de cedrón, de canela. Los silencios de este y otros niveles nos unían a cada minuto, el aire compartido ya no nos dejaba separar, nos encriptaba cada vez más. Me humedecía los labios, estaba paralizado, todos mis impulsos solo querían atraparla entre mis brazos de pinzas, sabía que esta vez no la iban a querer soltar.
​
¿Cómo secuestrar nuevamente a Perséfone en pleno despertar de pimpollos? ¿Cómo llevarme sus plumas entre mis cuevas oscuras?
Yo, un simple contador, enamorando nuevamente sus cabellos ya sin inocencia.
​
Mis tentáculos se encontraban en plena fusión entre sus senos, su tacto sobre mi cuerpo completo que temblaba y se entregaba entre sus sedas de ADN. Éxtasis de nuestros embaces en explosión natural, eterno el consuelo de estar acá. Su fuego entre mis aguas, su carne blanda y deliciosa que se pintaba entre mis palabras mundanas, humanas, que surcaban caminos lujuriosos salivales. Latiendo tambores todos mis músculos, moviendo pulgadas que abrían el cuerpo, sentirla nuevamente, parados reconocernos, sentados introducirnos. Busco los detalles en mi tejido, mas es el conjunto lo único que puedo retener, volver a Ser, entre sus labios otra vez.
Los recuerdos me habían engañado, eran de sueños lejanos de la vida de otro ciudadano. Tocarnos era real, sin fronteras de pieles, logrando espirales ascendentes. Ella gran loba, que se deslizaba armoniosamente con su lengua bífida y deliciosa... Yo, yo en plena transformación que se asimilaba y se enredaba floreciendo junto a ella, por ella, debido a ella, no sabría que de todo era ella, o yo.
Me he entregado en un arcoíris de sábanas, entre caderas de gran apertura y de juegos encantadores. He sido rey y esclavo, experimentado los sinfines del pasado y los futuros aún no inventados. Mas vuelvo siempre a ella, a sus rodillas de guerrera, a sus rozadas mejillas, sus gemidos deliciosos que me traen el sonido de su ángel. Se ha incorporado en mí, más allá de sus barreras, me ha embrujado y me entregué a sus delirios de encanto, lo admito, soy un pez de su acuario nadando.
Ese estallido continúa, cada vez que me mira en destellos de segundos. Mi vibración siempre aumenta cuando se empieza a perfumar mi pensamiento de su andar. El latido nubla mi razón y solo se le da paso a nuestra intuición. Agradezco cuando el universo conspira a favor, y nos encontramos una vez más para tal seducción de fénix, esta que se crea de a dos.
No diré que es amor, diré que es mi libertad en dualidad con vos.

Rey de copas

Encontré tu diario: fecha 9 de octubre del 93, con tu permiso de estar escuchando; comparto.
¡Miren como nos están mirando! Se han abierto los portales y han entrado todos a observarnos. Ancestros de guerras sufrientes, mujeres de carnes rasgadas, hombres de manos cortadas y egos enmascarados de crueldad, llenos de lastimaduras ensangrentados.
Miren porque están aquí, hoy. Estamos rodeados de todos ellos que nos están soplando y su vibración se siente, nos duele, nos grita y nos da violencia... Mas ahora siéntanlos, sientan qué necesitan para ser liberados, para que nos entreguen sus fuerzas. Sientan esa caricia maternal que les faltó, o la palabra con consciencia que nunca les llegó. Escuchen sus pedidos de silencio o su necesidad de amor. Eso piden; eso aunque parezca fuera de nuestro límite, lo podemos crear si lo creemos, en expansión. Cuanto más hagamos en coherencia, más liberamos esos lugares que están estancados, cuantomas descansamos junto a la consciencia, más contagiamos.
Ellos esperan, ¡Sí, todos juntos en este momento! eso asusta, vayamos de a uno y potenciemos esa energía, veremos que la fuerza es infini...
Infinita creo. Creo, porque no sé que te ocurrió, si fue la lapicera sin tinta o si así querías dejar huella en trazos casi imborrables. Te leo en la distancia, en la cercanía de un mismo tiempo, vos allá y yo acá, justo en el mismo momento.

Un té
verde
Fátima, era un gran espejo de su debilidad, de su sensibilidad. Enorme y feroz, era de hierro y de teflón, dura y pesada, suave y blanda.
Su imagen única, una sirena que daba miedo abrazar, que tenía sabor a amargo, que a otros no podía tocar.
Era todo eso y sobre todo, mucho más. Ella, estrella en la tierra, manos de planta y corazón de silencio. Se sentía sola e incomprendida y de batallas había escuchado que mejor inventarlas que esperarlas. Tenía miedo que no la pudieran escuchar, entonces callaba, tenía miedo porque se veía pequeña e inocente entonces lloraba.
Pies de nubes, cabeza de soles y serpientes, genitales expectantes para crear o devorar. Si se lo hubieran contado desde el principio del cuento, ella se hubiera animado a crear, a amar, a saberse diosa entre inocentes.

Ciclando
Leeme, porque admitiré solo por esta vez, sobre mis constantes amores. Te voy a contar para que los vibres antes de que te asusten y sea demasiado tarde.
Todos los días los miro, a vos también, desde lejos y a veces ni tanto. Hoy y como muchos otros días, son cada vez más los que me ven a mí. ¿¡Te cuento quién SOY!? Me gusta acompañar momentos de la vida; un capullo abriéndose, un juego de cuentos, encuentros de amantes inesperados, arte sin hartarte, un manantial corriendo, comidas bullosas, noches lluviosas de ventanas y vinos de copa, esencias sensibles que conectan en una armoniosa melodía. La lista eterna sigue y la voy guardando en el centro …
En esta manada, hay muchos estilos de colores. Algunos conocidos, otros temidos, sabios del camuflaje, conocedores de los mejores olores, viejos y jóvenes transformadores…
Hay dos estilos que siempre me los cruzo, que me obnubilan en cada telón de este gran salón. No sólo porque muestran sus colmillos grandes, blancos y brillantes, o su inteligencia felina. No. Ellos son únicos (como todos), totalmente distintos a los otros y solo en mis mejores sueños, aparecen sus personajes.
​
Al primero, lo llamaré “El Colorado” pues sus bellos y largos pelos forman una gran melena, que con los rayos solares y a veces hasta de otras estrellas, alumbran colores rojizos y anaranjados que logran la envidia del mismo Nilo. Este, lo ve pasar, y sin darse cuenta, se detiene… dejando de lado su constante andar. El otoño; en silencio, se ha inspirado en él, en su fé valiente de que siempre se vuelve a florecer. El sol, por momentos lo ha tomado como reflejo-espejo de su brillante parecer, central y abundante. Pensarán que por eso mi amor hacía él, pues también;no negaré que su cuerpo gigante, musculoso y sus ojos profundos me vuelan en sus paisajes. Mi secreto: es su semilla interna la que me atrae hacía él, germina en su interior constantemente. Aquellos que lo observan y pasan un gran tiempo junto a él, logran desovillarlo y encontrarla. Pues este Colorado, como muchos otros, siente que ella lo debilita y siempre intenta ocultarla… Si supiera, todas las mañanas que he pasado entre pastizales, espiándolo debido o a causa de ella…
Para que entiendan; cada uno tiene su semilla, es la que los enciende y los impulsa a seguir caminando, luchando y fluyendo en su día a día. No es solo un destino, es un instinto que alienta a seguir saltando, nadando, andando... Esta pequeña no muere, a veces se marchita, a veces florece interrumpidamente, pero allí está. Yo, se las veo a todos instantáneamente, pues en ellas me zambullo y me nutro. Son pocos, sabios, conocedores de su interior los que logran mirarla sin miedo (o con él). De ese pequeño grupo, poquitos valientes permiten escucharla. Muchos se asustan y las tapan o las avergüenzan, se ponen a luchar contra ellas o se convencen que son ajenas. La mayoría nunca llega a cultivarlas. Esos transcurren sus días más tranquilos pues no se ocupan por ella. Estos jamás logran conectarse con mi claridad, me cuesta mucho acompañarlos pues no me pueden mirar o escuchar.
​
Volviendo a mi color Colorado. Es un ser que siempre tiene su hilo dorado encendido que proviene de esa inmensa y casi escondida semillita. Más que un hilo, es un fuego que abriga al andar, a él y a todo aquel que se acerca, aunque muchas veces no se da cuenta. Sus llamas rojas, su camuflaje, se extienden y suelen danzar plácidamente por tiempos prolongados. El tema es: cuando no percibe a su alrededor lo que imagina como justicia. La semilla le grita; no tiene problema en expandirse rápidamente y quemar a quien se lo cree merecer, pues sus garras se clavan en la tierra, sus colmillos afilados se muestran, acompañados de una mirada fija y amenazante, de muerte… Sentirán que como él, todos ¿Quién no busca la paz mundial? Sus frustraciones y angustias caminan por el sendero de lo valiente y sus mullidas patas, mayormente se sienten en soledad, guardan lágrimas saladas por encontrarse ante una manada insegura, violenta, brusca, insaciable de poder, de comodidad, eternamente injusta.
Es pasión, su corazón es tan inmenso que muchas veces sus pensamientos no logran rodearlo por completo (¡por suerte!) y llegan directo sin distracción a su voz. Imagínense, toda esa fogata volcánica que violentamente se impulsa sin piedra que logre detenerlo, sube abruptamente cascoteando con el viento, nada lo detiene y… ¡Explota! Explota, sin poder ver, sin percibirse distinto del otro, quemándolo todo, principalmente derritiendo profundamente su interior.
Recuerdo, una noche que hablamos y lo escuché entre llantos decir -“¿Dejaremos de soñar la vida y comenzaremos a vivirla? ¡Ayúdanos, porque no sé, que hacer!”-. Lo mire a los ojos y su alma estaba completamente desnuda, empapada de angustia, desesperada por tanta soledad; suplicaba una respuesta. Supe que no lo iba a entender y elegí abrazarlo en el silencio. En ese preciso momento comprendí, te amo hoy y siempre…
Para terminar, les narraré sobre mí otro gran personaje. Tipo de patas largas y delgadas, su pelaje casi transparente y su melena, no mentiré, no es nada especial, es más, pasa casi desapercibida. Pero sus ojo; sus ojos claros, infinitos y pacíficos como el mar, son los que pueden enmarcar todo alrededor. He escuchado que a veces lo mencionan los de su tribu como “El Loco”... Confieso que aún no comprendo muy bien esa expresión actual.
Mayormente lo veo sentado; observando durante horas la sabana, los pájaros volando, el sol cayendo o levantando y a veces… A veces me encuentra a mí… Sin decir una palabra, sin mover ni siquiera sus pelos, volando en un mundo paralelo a través de todo lo material.
En este caso, de su semilla sale una flama larga, clara, violeta-turquesa, no calienta mucho pero se mantiene siempre con el mismo movimiento y alumbra las tinieblas. Estar cerca de él, no abriga, a veces parece que da frío… pero hay ocasiones, las más maravillosas ¡Que volamos!
¡Sí! Mis mejores viajes los he hecho junto a él. Arriba y al lado de mil nubes, de gigantes elefantes, de algunas inesperadas hormigas y hasta de las olas más turbulentas del océano, que se asustan por vernos planear. Me ha llevado por lugares que no habían sido descubiertos desde esas miradas, desde esa esquina, desde esa cercanía en la distancia, desde esas palabras de amor. Lugares que atesoro en mí y que aunque desee compartirlos, solo él comprende lo maravillosos e incomparables que son. Me magnetiza, cada vez que nos unimos, me deja perpleja, me encuentro creciente o llena en estas mareas que siempre inventamos cíclicamente.
Confieso, a veces se siente un frío, que proviene de esa misma flama que me permite observar y volar. Su visión es tan profunda que no lo deja despegar, se ancla tan fuerte que su cuerpo no comprende de dónde sale esa energía: lo paraliza. Comienza su lucha interna, casi lo aniquila, lo destruye y lo derriba, noche tras noche. Entonces, vuelve a temerle a su vuelo y de la tierra se aferra hincando cada una de sus uñas al suelo; miedo a soltarla, miedo a perderse en ese mundo, en ese mundo sin pensamientos. Su tristeza, su desesperación, son tan graves, que nadie lo puede ayudar. En ocasiones me he acercado, mas sus arañazos me han lastimado y gritado: que me aleje, que lo deje, que es Loco, que para qué…
Una noche se lo susurré, entre sus sueños, “Jamás podrás prohibirme que alumbre el camino, jamás podrás alejarme de este cercano y lejano lugar. Loco lindo, gracias por mostrarme tu tonalidad, por dejarme amarnos en nuestro mundo de creación.”
A veces entre mis brazos se le olvida, me alejo y nos volvemos a mirar. Sentimos que juntos sanaremos y que seguramente un nuevo viaje compartiremos. Mi amor por él no es de cuentos, es verdadero. Crecemos y amamos la vida que vamos muriendo…
​
A ambos desde arriba, desde el costado, mayormente por la noche; los acompaño, los contemplo y cuando puedo me acerco.
Mi interior no tiene semillas, mi interior tiene eso que algunos seres de la tierra no conocen pero que algunas saben, sienten; es lo que me impulsa a trasladarme diariamente. Me empuja a continuar encontrando momentos únicos y sagrados, seres hermosos (que sí, mayormente han sido lastimados) son protagonistas de sus vidas.
​
Como con ellos, como con vos, aprendo a abrazar, a seguir y soltar; para siempre poder completar mí ciclo lunar en paz y repleta. Mi soledad me atormenta entre tantas estrellas. Luego, me doy cuenta, con todo este tiempo, cada vez tengo más de estas historias para gozar, porque las vivo y las comparto sabiéndome Luna en todo lugar.
​
Gracias por escuchar, gracias por continuar con mi ciclo lunar, gracias por acompañarme en esta soledad.

Otra vez, te encontré


Entonces sentada en soledad, me aburrí.
Me aburrí de escucharte hablar en mi cabeza, me aburrí del silencio que no se escucha, de los autos que solo pasan y los perros que ni ladran. Me aburrí de estar sentada con manos agrietadas y cansadas de tantas vidas pasadas... El viento me acaricio, suave y me despertó, me susurró y me acurrucó entre sus garras de cuatro patas.
Lo sentí en su mirada de miel, dulce y poco clara. En sus batallas ganadas o pérdidas, que le dejaban huellas de cara. Su pelaje me contó de todas las mañanas que ya habitaban y de su miedo o respeto al agua. Le vi sus dos gotas negras que decoraban su máscara, para que nadie lo mal interpretará.
Se acunó en mí o yo en él, no lo sé, me rodeó y protegió de todos aquellos que latían en mi exterior y no lograba calmar, me lamio la cara y me ronroneo entre sus bigotes. Me mostró su agilidad, su rapidez, su entusiasmo al encontrar distintas formas de andar. Sus colmillos eran blancos, teñidos de aquella sangreS que disfrutó en su andar.
No me pregunten como llegó hasta donde estoy yo, creo que pudo aparecer sabiéndome aburrida, sabiéndome entregada a él, a su elegante y majestuoso SER, que me estaba observando desde la distancia y por miedo, no se dejaba ver...
Me aburrí y lo ví.
Me desperté y lo recordé.
Pecas color coral
Lo tóxico; el Yin dentro del Yang, el Yang dentro del Yin. ¿Qué ocurre cuando la rueda gira? Todo se mezcla y no se logra distinguir uno del otro. El pequeño Yang saborea la nube, grande, del otro lado donde se siente pleno, y viceversa… Mas, cuando la rueda vuelve a parar, se puede llegar a sentir inseguro, fuera de lugar. Comienza a ansiar estar del otro lado, comienza a moverse para saltar, para soltar, para vibrar en otro lugar, para que la cosa se ponga de nuevo en movimiento.
Esto, le decía él a la niña, ella de risos colorados y pecas color coral, lo miraba con profunda devoción, más creía no estar entendiendo nada. No era la primera vez que lo oía decir cosas por el estilo y a ella le surgía preguntarse ¿Yo seré Yin o Yang? ¿Tendrá alguna relevancia en mi vida, en mi andar? Mas callaba por vergüenza y porque para qué indagar. No entendía de esas cosas, solo estaba compartiéndole a su abuelo que estaba triste; y él volvía a salir con estos raros cuentos. Su angustia no la dejaba escuchar muy bien, su corazón extrañaba a su pequeño compañero de cuatro patas, que había quedado en casa, mientras ella viajaba entre olas, palmeras y sombrillas de este gran lugar.
Muchas veces sentimos que lo tóxico esta fuera de nosotros – continuo el anciano – que es el de al lado o lo que no vemos a nuestro alrededor ¡Pensemos! Un dentista, dentro de tu cumpleaños no sería su mejor lugar, tampoco traernos buzos a esta playa, este calor soleado y agradable… Pero ellos solo intoxican, para que nuestro lugar se mueva, para que veamos donde estamos presentes y donde nuestro pensar.
La niña, se preguntaba qué cosas extrañas decía el anciano, acababa de imaginar a su dentista que tanto miedo siempre le daba y no entendía que relación tenía él con su Soto lanudo. Le miraba las arrugas y observaba que las grietas eran como las de la tierra seca “¿Será que toma poca agua?” surgió la incógnita.
Yo, soy tu tóxico en este momento, pues de acá te vas a mover. Vos, sos mi tóxica porque no puedo seguir tu ritmo y de esto, también está hecha la vida, de la belleza de lo distinto, sabiéndonos parte y separándonos, una y otra vez. Siguió murmurando el sabio, sin embargo nuestra protagonista de unos pocos años se levantó rápidamente al escuchar el llamado del almuerzo ya comprobado.


Fuerza de Yemanja
La atmósfera,
la sostenía o la aprisionaba?
El nido,
la contenía o la encarcelaba?
La mujer,
lo abrazaba o lo retenía?
Las tetas,
lo afectaban o lo maternaban?
Sentadas en mándala,
reunidas en agua marina.
Serenas sirenas,
solo queman cuando a sus seres alejas.
​Los niños se miman
o los adultos no sueltan?
Los ancestros son sabios
o son los jóvenes quienes la manejan?
Adentro estaba la calma
o solo desde afuera se la escuchaba?
Luna de color violeta
o mareas de vínculos duros?
Sentados en constelación,
cangrejos caseros
reunidos en agua de océano,
con cáscaras dan su protección.
Siempre entendieron el O
nunca entenderán al otro.
Mas siempre tendrán un otro
y nunca una O.

Pasos dados
Mover,
alfiles rojos él.
Pieza mi estratega,
guerreros, soy Yo.
Fieras chocaron al amanecer, explosiones de arrugas creamos.
Sudor fugaz de sombras
entrelazamos y las quemamos.
Discriminación de dálmatas,
El jaque.
Saltamos con besos de espinas
al Rey.
Escudo que creó de sedas
para ella, mi Reina.
​
Juguemos a la luz de la vida
que la muerte acaba de ser.
Rápido! A veces, esperar
El tipo de ojos claros no quiere.
Marianos nos hamacan
alejemos y apresemos.
​
Huyes y nos miran
mastican la melodía que nos vela.
Solo, corriendo de pasos largos
para el camino de hormigas.
Tráete corazón a esta razón
pensemos en nuestro padre fogón.
​
Bomba, estampida babosa
de martes de risas y lunas tramposas.
Cuerpos infinitos en rompecabezas,
estupidez de niños amantes,
caballo de calma cuadrada.
Te fuiste en sus hurras y con la flecha en la espalda

De mi Sol
¿Quién soy? ¿A quién ven cuando me ven? ¿Es la misma que ven cuando me miran? Y si me miran, ¿Pueden sentir que estoy viva? ¿Pueden escuchar lo que pienso, o solo lo que digo?
​
¿Qué ocurriría si digo lo que pienso, (todo)?¿Qué ocurriría si todos dijéramos lo que pensamos? ¿Pensaríamos tanto? Nuestros razonamientos encontrarían materia en la voz ¿Todos serían verdad? ¿Será que a veces realmente mentimos? ¿Nuestro consciente cree que le está engañando a nuestro SER? Y yo, y vos ¿Dónde nos encontramos en ese paisaje de mundos astrales? O será que en esos momentos es el inconsciente el que puja para ser escuchado y lo disfrazamos de mentira; por vergüenza, por miedo o timidez.
​
¿Sería entonces un mundo de puras verdades o de enteras mentiras? Si es que hay alguna diferencia entre ellas...
​
"Mentime que me gusta" voló un pensamiento y lo deje ser plasmado en este momento... Eso ¿Será una verdad de mi SER, o una que teme ser escuchada por la locura humana? ¿Qué es una mentira? ¿Tiene sabor a menta? Fresca y despierta, como nueva, o vieja y sangrienta. Nos llama a volver, por si estábamos dormidos. Nos permite aferrarnos nuevamente a la verdad, a ser lejanos a engaños que nos hacen, que por algún motivo nos dejamos hacer; sentimos que ellos lastiman (mientras nos hacemos) y ¿por qué lo permitimos, una y otra vez? ¿Es el humano un personaje de costumbres o de costumbre se nos ha dicho que somos humanos? Entonces acá, entramos y recorremos heridas, encontramos una y un millón; en cada biografía unida del mandala de la vida. Pasamos por lugares de dolor, sintiéndonos pequeños, culpables, distintos de esa imagen que nos hemos creado para nosotros mismos, brillantes y perfectos, que deberíamos estar siendo; y no somos.
​
¿Y no somos?
​
Sigo escribiendo una y mil preguntas que se las tiro al hermoso viento para que sus respuestas me susurre. Lo que sí sé, es que cuando vuelvo a esos recuerdos siento el sol en mi mejilla y mis manos adultas que me acarician con olor a menta para que no me pierda en esas trenzas de pequeña criatura que se creía indefensa.

La Torre
Estaba muy enojado. Hacía años que le ocurría lo mismo y no llegaba a los finales de mes. El dinero escaseaba. Su cuerpo se encontraba cada vez más debilitado, por lo que no podía construir la cantidad mínima de instrumentos, que necesitaba hacer para la demanda del local de ese viejo tacaño. Sus seres queridos, no lo comprendían y siempre pedían demasiado. Prefería no encontrarlos, así el lugar era más calmo. Las deudas siempre presentes y en aumento; decía que ellas eran sus fieles compañeras "esas yeguas de invento humano"... La ira lo consumía, era un caos de pensamientos, la gente a su alrededor lo aturdía, lo molestaba, ellos lo envenenaban. Sonreír no era una opción agradable de buscar o de encontrar; y si está llegaba por casualidad, era objeto de culpa interna, un ser así no merecía pasar por tanto movimiento. Pasaban los días, los meses y los años, "Don Mascarrabia", se decía mientras se miraba al espejo, se saludaba, mostraba sus dientes y gruñía. El silencio en su hogar era completo y helado, se convencía que era absoluto, momento a momento, se lo repetía.
Un día, llegó al departamento de al lado una gran familia, con una joven de unos 15 años. Tenía la MALDITA COSTUMBRE de tocar el piano siempre a la hora de su siesta. Rezongaba y refunfuñaba entre dientes porque ese ruido lo despertaba a diario, y ya no podía volver a conciliar el sueño. Este hombre no iba a perder su tiempo en entablar conversación o discusión alguna con sus vecinos, así que prefería hacer "algo" para olvidarse del sonido tormentoso y carcelario.
Desfilaron las semanas, y nuestro protagonista se enfadaba, se levantaba y; ordenaba, limpiaba, cocinaba, elaboraba instrumentos con tal de no tener que salir a putear afuera, a esa gente ¡tan egoísta, tan insolente, tan incompetente! Así encontró la receta para callar ese bullicio externo que lo atormentaba. Con el tiempo su enojo se modificó; observaba que su economía mejoraba e iba saldando casi todas sus fieles deudas. Podía al fin, disfrutar de un cafecito caro colombiano con facturas, pero tenía que hacerlo con esa intensa melodía de fondo vecinal que parecía nunca acabar. Ahora se miraba al espejo y pensaba "¡Podrán salir bien las cosas he!, pero siempre algo molesto me ha de pasar"...
Hasta que una tarde, se despertó solo. En silencio. No había teclado de fondo, y aunque le extraño pensó "-¡Al fin! Esta chica me da un día de paz-". A la tarde siguiente ocurrió lo mismo, le volvió a extrañar y esta vez no manifestó nada. Toda esa semana nuestro hombre se levantaba por propia voluntad, en silencio. Lo que al principio le agradó, ahora le daba sentimientos de tristeza, pensamientos e ilusiones de muchas historias que esta joven podría estar pasando y por las cuales ese piano no estaba sonando. Se dio cuenta que su mente no lo dejaba en paz, armaba mil escenarios pensando en esa adolescente que ni siquiera conocía y que ahora era la culpable de su insomnio: "-¡Justo lo que me faltaba!-" era la frase que hilaba entre cuento y cuento creado en esas horas desperdiciadas de la madrugada. Llegó un momento en que decidió callar tantas hipótesis e ir a tocar la puerta y averiguar... Mas antes de salir, se repitió "No es por ella, es porque no puedo dormir".
Grata o grande fue la sorpresa, cuando la muchacha era quien le abría la puerta, lo saludaba y le consultaba el porqué de su llamado. Claro, él no estaba preparado para ese encuentro, toda su armadura se desplomó de pronto en un solo momento ¿Qué hacía ahora? La respuesta a su pregunta era obvia, un brazo enyesado no necesitaba explicación... Mas la joven seguía ahí, mirándolo con ojos de escucha e interrogación, con sonrisa amable y sin apuro.
Hasta el día de hoy, nuestro señor, no sabe porque lo dijo, pero fue lo que salió: "- ¿Quería saber si me podrías enseñar a tocar el piano como lo haces vos?- ", él sonrió y se sonrojó.
Es consciente que esa frase surgió de un interior tan profundo que no sabe ni porqué la dijo. A partir de ese día, creó el nuevo mundo. Mundo que lo ha llevado a recorrer todas las casas, todos los pueblos, tocando el piano en teatros y conciertos, recitales y hogares, aplausos y algunos lamentos. Se hace conocer como "El hombre que dormía". Sonríe continuamente porque siente que la vida le ha dado demasiado y comparte alegremente a "Don Mascarrabia" su melodía silenciosa y ahora armonizada.

El lugar
Estaba blanca inmaculada, visualizaba en ella una virgen que surgía del agua, de la espuma, de la perfección de lo imperfecto y se materializaba frente a sus ojos. Dura y elegante, esbelta y elevada, con su presencia expansiva y nueva. ¿Dónde colocarla? ¿Dónde alumbrar? ¿Dónde moverse, moverla? ¿Dónde se sentiría con mayor fluidez?
La colocó junto a la ventana, mas el viento era muy fuerte y tendría que luchar para brillar, no quería agobiarla. La cambio y la puso junto a la salamandra, más su brillo pasaría desapercibido, no quería hacerla sentir menos. Buscó un sitio cerca de su cama, pero pensó que ella no se sentiría cómoda si la veían dormir en silencio. Movió todo en su hogar para encontrar el lugar exacto, para sentirla feliz y plena... pero ningún rincón era adecuado para tal misión, para tanta magia pura.
Preguntó a sus amigos, a su familia, a sus maestros, a sus vecinos para conocer distintas opciones, formas, miradas pero ninguna respuesta era la correcta.
Estaba confundida, sus pensamientos la habían llevado a todos los huequitos, había cambiado todo su orden y estaba agotada pues no lo encontraba... Angustiada y avergonzada, porque sabía que su problema era insignificante para el resto, (mejor dicho así ella lo creía) se tomó un recreo y cocinó; mezcló olores, sabores y masticó, ingirió y transformó sus ideas... estaba segura que su cuerpo bien alimentado podría pensar mejor y encontrar la solución. Mas la respuesta seguía invisible ante sus ojos. Se empacó, se odió, se ofendió y la escondió en un placar; en ese cajón que todos conocemos, ese que no se abre "casi nunca". La casa aún se sentía vacía igual que ella, el silencio no se llenaba de pájaros, los olores no despertaban feliz su alma y los meses pasaban. La idea se olvidó, se escondió para no molestar, no había tiempo ni energía para pequeñeces.
Un día ese "casi nunca" llegó, volvió a su puerta y el cajón se abrió. Estaba más antigua y más vivida. Al verla, se asombró, la observó, lloró y la abrazó; tan fuerte que cayó junto a ella en el piso desconsolada y cansada. Allí se vio, hecha un ovillo, pequeña, inocente, nueva. Allí el rayo de sol acariciaba su mejilla que estaba mojada y ahora en calma. La había ocultado y no se había animado a prenderla jamás, por miedo a equivocarse, por miedo a su propio juicio, por muchos miedos juntos, que ahora se desparramaban y se mezclaban por el piso.
De pronto, la había escuchado, la había comprendido. La había sentido. Esta hermosa luz no tenía un lugar, solo pedía ser prendida en todo lugar que se necesitara YA, solo necesitaba oscuridad para brillar siempre con más potencia y no olvidarse de su labor. Nuestra mujer se paró y con su encendedor, la prendió; para juntas iluminar cada curva de esa cueva de barro creada desde y para el amor, que había sido tan oscura antes, ahora, y nunca más.
Dicen que desde ese día siempre hay luz en ese hogar. Ella sabe que la vela cambió junto a su ser. Muchas veces más tuvo que llorar para recordarse pura, inocente y poderosa. Muchas veces más se perdió en sus pensamientos de miedo e inseguridad. Muchas veces más tuvo que tomar fuego de su vela para volver a soñar.
Mujer aprende; día a día, vamos apagando para volver a prender, muriendo para volver a renacer,
amando para volver a sentir, creciendo para volvernos polvo de estrellas.

Muñequita de porcelana
Una mañana como muchas
desde mi lugar te ví pasar;
cómo muchos, cómo pocos,
solo me viste igual a las demás.
​
Éramos una igual a la otra,
huecas, mudas, sin molestar;
y sin querer me empujaste,
no hubo tiempo de saltar.
​
Cuando caí e hice ruido,
cuando mis pedazos en el suelo se esparcieron,
te diste cuenta,
no era muñeca cualquiera,
era pura y era dura
no era solo de cuentos.
​
Mi rostro aún mostraba su niñez,
mis partes pedían a gritos que las unan de una vez,
mi dulsura seguía intacta
sin temor a la desnudez,
y entendiste que está muñeca
no jugaría otra vez.
​
Vos,
me recogiste y no supiste muy bien que hacer,
te asustaste,
huiste,
no esperabas tanta calidez.
Y yo,
yo pude armarme y construirme,
con mucha ayuda que encontré.
​
Mis marcas eran únicas,
ya no había otra igual,
cada línea, cada curva,
era hoy mi salida para mostrar,
que la entrada era de roble
distinta a mi germinar.
​
Y me senté, ahora rota,
te llamaba más la atención,
ya no era para niños,
¿Y para vos?
​
Si me soplan y me quiebro,
y en una bolsita me ponen en el basurero.
Les comento que mi viaje,
será oscuro, sucio y negro,
pero entre partes nos encontraremos,
hablaremos y uniremos,
tanto mas nos conoceremos,
que a eso ya no le tememos.
En otra cosa nos transformaremos,
ya no somos solo muñecas,
somos partes de muchos inventos,
que estamos aún más fuertes,
hablándonos continuamente
sabiendo que aquella muñeca nos hizo diferentes.
Pero vos,
vos te quedaras mirando en la repisa,
otra muñeca de porcelana fría,
esperando y creyendo
que alguna vez volveremos
a darte de nuestras caricias.

Tus cartas
Emprendió su escapada. Sus pensamientos estaban alborotados y temeroso de sus conocimientos, sabio de su oscuridad, mas no de su claridad; tomo sus cosas en silencio y con pesadumbre huyó. Huyó de la mirada de sus ancestros, de las palabras que escuchaba juzgar, de su entorno que conocía y sentía cercano, doloroso y vergonzoso.
Recorrió llanuras, praderas, cerros, montañas y ríos. Lloraba y pensaba, pensaba y se avergonzaba de su crueldad que lo atormentaba, que lo manipulaba; de su pensar en su accionar. No encontraba paz en ningún lado. Las ciudades lo aturdían, al igual que los pueblos y su silencio. La naturaleza lo calmaba, mas su belleza lo confundía y le reflejaba que ese paraíso también se iba a terminar.
Una tarde, de luna creciente, de brisa calma; contemplaba las primeras estrellas y escuchó una melodía que se asomaba desde el centro de ese encantado lugar, el cual estaba lleno de casitas bajas y pintorescas. Nuestro hombre, reconoció y recordó esa música (aunque no sabía de donde) e inconscientemente decidió SER, aunque sea por un momento, merecedor de mimos para su alma y se acercó a regocijarse.
La muchedumbre se encontraba en silencio, formaba una corona alrededor de ella y su vestido violeta. Mujer de fuerza y vitalidad, creadora de movimientos fugaces, hipnotizante. Lograba encontrar cada una de las miradas de su público, mostrarles su belleza y seguir danzando con mayor elegancia. Sus pisadas eran de tierra, mientras sus caderas desprendían flores que se mezclaban con el viento, ascendían y volaban.
De pronto, ella en silencio y con mucha elegancia; se desplomó en el suelo. Nuestro muchacho se asustó y rápidamente se acercó hacia ella, la tomó entre sus manos y le entregó un soplo de vida. Deseando no soltarla nunca más de entre sus brazos. Sus cuerpos se habían tocado y muchas vidas se volvieron a prender en su interior, sus ojos lentamente comenzaron a derramar en ella, gotas de recuerdos juntos. Su corazón también se detuvo abruptamente por un instante, y luego volvió a latir con un ritmo diferente, todos a su alrededor lo podían oír.
Mas ella no despertó, él la lloró 3 días completos a esa mujer que acaba de encontrar y perder… Al cuarto día mientras miraba sus pies en el río, volvió a escuchar susurrar al viento esa melodía que lo había capturado. Frente a él, su reflejo en el agua se alquimizó. La vio, se vio, los vio. Ella estaba en él, él estaba en ella y su vitalidad al igual que su muerte, eran la misma semilla de dónde provenía el mundo. Él, lo comprendió y comenzó a vivir en cada rincón de este y de muchos, de todos los mundos. A veces cuando sus pensamientos lo aturden, silencia su mente para reproducir esa canción que una y otra vez le recuerdan donde está él.

Te escribo
"Venir a visitarte, venir a buscarte cuando estas tan lejos cuando estás tan cerca."
Así empezaba la carta a mi amante eterna. Ella, mujer de cuerpo grande, de ojos profundos y sonrisa constante. Su bondad conocida en todo el barrio, admirada por montones, envidiada por los pobres.
Su recuerdo, constantemente rumeaba en la memoria y anhelaba a cada instante volver a verla. Mas mi deseo, era de los menos posibles en este mundo... o así me decían y yo me lo repetía.
Siempre supe que era mujer única, mujer de otras tierras y universos. Siempre supe que me amaba, mientras me abrazaba entre sus pechos maternos y yo lloraba con desconsuelo. Mientras entre risas y llamadas me acaricia y me cacheteaba el ego, me hacía subir al cielo en el mismo instante que tocaba el suelo. Era ella quien me miraba y me desnudaba en pleno encuentro, me sentía tan atravesada que mi entrega era siempre total. Humana, de palabras dulces y sonrisas amplias, de dolores profundos y de iras atragantadas.
"Oh mi querida, como te cuento que en esta distancia tan invisible; la vida me saborea con miel, la muerte me mira fijo y sabe que la veo como teje su ovillo eterno, la tierra me recuerda en cada aletear que estás al lado mío; en cada abrazo, en cada olor, en cada nuevo sabor."
Así continúe, mientras me hacía un té de sabor a mimo, de sonido en silencio, de murmullo de río. Miraba la extensión del paraíso que frente a mí se presentaba, con sus estrellas mágicas y su luna creciente. La sentía al lado mío, podía escuchar su respirar pausado y su voz para nada angelical, la cual siempre me regocija y deja en calma.
Ya habían pasado más de dos años que no la veía pero la fecha volvía en su ausencia. Latía deprisa hacia ese día, mi mente intentaba ignorar toda gota de señal, pero mi corazón... ay, sabio corazón, solo me deja sentir, sentirte en lo profundo, entrar en esa zona de azules y piedras sin colores; me arranca el agua de mi cuerpo y me obliga a expulsarla, a veces me da tiempo a secarme, a veces me deja al descubierto cual niño pequeño.
"Te extraño - continue escribiendo - extraño nuestra mirada de hiena que entre risitas logran armar ese canal que solo vos y yo creamos. Debo admitirte que ya me di por vencida, que no la he vuelto a encontrar y que he llegado a la conclusión de que puede ser que me asuste si volviera a encontrarla."
Titubeo, pienso en las mil miradas que comparto hoy. Miradas delfines, miradas de amor, miradas de risa, miradas de inocencia o de creación... sí son montones que se me multiplican, es verdad, ninguna como la nuestra. Tomo un pedazo de budín, es esponjoso como el que tanto practique con ella, mi bella dama que se me reía mientras yo lloraba de risa.
"Puede ser que cuando te encuentro en secreto, en esos silenciosos momentos que solo vos y yo sabemos que estamos acariciándonos, mi vista se vuelve extraña, te lo confieso, y entonces la gente me encuentra rara. Sabes qué? No me importa, son los momentos que siempre amaré compartir a tu lado en plenitud y confianza ojalá algún día el resto encuentre un amor tan real."
Espero que mientras te escribo me estés leyendo, bah ya sé que lo estás haciendo; es que estas aleteando al lado mío, entre las flores que me guiñan. Sí, y sí! Ya li sé que estoy loca! Locamente enamorada del amor que me enseñaste a creer y crear; y te lo cuento.Nuevamente me despido mi amada mujer, deseo volver a verte en cada nuevo amanecer."
Deje la lapicera y mis manos tiemblan, las obligo a agarrar la calidez de la tacita que me han regalado para este momento. Miro la chimenea que me miman las piernas con su sencillez de movimiento, intenso y profundo. Agarro el papel escrito y lo dejo caer. Me levanto, observo ese eterno momento y me quedo en pleno silencio.


El hombre de Humahuaca
-¡¡Vamos!!
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Esa, fue la palabra que debía recordar, así que se encaminó y empezó el proceso. Era sencillo, lo sabía, pero lo sencillo no era para él. Se destacaba en los laberintos y las profundidades, y sus problemas más comunes eran los menos comunes de todos y lo cotidiano no era su fuerte.
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-La gorra, la billetera, llaves… - pensó.
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Fue por el pasillo de la casa, que a veces lo recordaba como al de su niñez, ese que siempre le había parecido largo y eterno; y que ahora eran solo dos pasos. Mirando el piso encontró un pétalo rosado ¿sería su malvón? Su malvón tan esperado que le había regalado su tía; señora de manos finas, terrestres, cariñosas, sanadora de sutilezas. Esta mujer le hacía recordar los mimos de su amada y siempre recordada mamá. Decidió que era una noticia hermosa para comenzar la mañana, así que fue a observar su jardín y efectivamente, ella estaba brillante y nueva. La observó con tal devoción que no pudo negar sus ganas de detenerse a darle la bienvenida, acariciándola con su visión, a la flor, a la vida. Regó sus raíces y a sus compañeras, miró cada crecimiento único y maravilloso, olió sus aromas… Y entonces recordó!!! “LA GORRA, LA BILLETERA Y LAS LLAVES”.
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Entró en su búsqueda, allí estaba ella. Gorra de muchas historias desde las alturas, compañera antigua de tela arrugada y cansada, de color incoloro que había dejado en cada rayo de sol. Vio el botón que su madre le había puesto, de madre, el cual fabricó su papá, con hilo rojo. “¿Será este el hilo rojo del cual hablan?” En ese momento se le cayó al cielo... digo al suelo, y al agacharse su columna le dolió… Comenzó a elongar un poco, algo le habían dicho que estire y aunque siempre decía que eso no era para él, en secreto muchas veces lo utilizaba. Se desperezó, bostezó, estiró cada una de sus células y escuchó en ese segundo plano que lo traía: “¿¿¿VAAAAAMOOOOS???”

Volvió a la misión, se repetía para no distraerse “billetera y llaves, llaves y billetera, billetera y llaves”… Otra vez esta desgraciada se había escondido. Le pasaba mayormente que esta loca juguetona amaba divertirse y no le importaba la urgencia. Era experta en el camuflaje, en el silencio, en la quietud. Podía estar muchos movimientos del reloj en ese escondite, por momentos él desesperaba y llegaba casi a llorar. Pero ella no se mostraba. Lo que mejor servía, era darse por vencido, entregarle la victoria y saberse derrotado. Entonces por amor a él y para que se pueda volver a repetir el juego en otro momento; se mostraba. Esta vez, escondida entre el hocico del lanudo que la había acurrucado para que no sufriera del frío, allí estaba su antigua y flaca billetera.
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-¡¡¡¡¿¿¿ Vamoooooos???!!!!
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“Solo falta… qué me falta? Aaagh se me olvidó, bueno no debía ser muy importante” pensó. Se acercó al pasillo nuevamente y al ver la puerta, lo recordó “LAS LLAVES”.
Shhhhh la pava gritó “¡¡El agua, el mate!!” Se puso a preparar el equipo, con esa yerba deliciosa, con ese equipo amado que nunca abandonaba. El agua perfecta! Se emocionó, podría compartir unos sabrosos amargos en el camino. Delicadamen… -“¡VAMOS!”
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“Llaves, llaves, llaves, aaah las llaves ¿Dónde las dejé? ¿Qué hice ayer? Ah! Vi a la Lore, que rica sus tortillas por favor… LLAVES, Lleve las llaves en… AAAAH La mochila!! Y la mochila… Dónde estará!?”
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Ahora tocaba investigar este nuevo personaje que entraba en escena. Él no renegaba, a él le encantaba danzar por la vida, fluir por su infinito, no le interesaba un destino final, pero sí crear finales destinados. Nuestro protagonista en realidad no se preocupa por salir, sabe que está saliendo constantemente, que el viaje para cada parada es lo hermoso de disfrutar. Padece que el resto no disfrute como él, padece que no jueguen, que las llaves no les susurren chistes o que las mochilas sean solo eso; que no tengan tanta suerte como él. La realidad es que es feliz en ese laberinto interminable del que sale y entra constantemente. Él, se apura solo por aquellos que no han logrado disfrutar la vida...l.
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Ah encontrado las llaves y una cara de furia en la puerta que le hace sentirse furioso por ser como es. Pobre pececillo, se escucha en su bolsillo, otra vez perdió su inocencia cuando se olvidó de él.

Sofía
Un largo tiempo había pasado pero al fin sus pequeños ojos me miraron, me desnudaron en su primer parpadear. El instante fue irreal, infinito, las luces se detuvieron y acompañaron esa eterna unión, me largue a llorar.
Sin hablarlo, lo supimos, recordamos que no era la primera vez que nos encontrábamos, que nuevamente nuestras pupilas se intersectaban; los días, los meses, los años no nos habían bloqueado aquellas vidas pasadas.
Por primera vez entre mis frágiles brazos, mientras vos tan pequeña y milenaria con tanta vida me sostenías a mí, tan cansada, agotada y antigua. El lazo se decía nuevo, pero ambas nos reconocimos porque nuestros corazones se abrazaron tan rápidamente que ni la velocidad de la luz los pudo alcanzar; se ampliaron, se mezclaron y se diluyeron, se volvieron a acariciar.
Esa cálida y hermosa noche de verano; volvimos a ser una, a ser mundo y universo, tierra y cielo, agua y fuego, risa y llanto, vida y muerte.
Crecemos y crecimos desde ancianas, ahora con juventud nos volvemos a mirar, a encontrar, a jugar, a elegirnos, a vivirnos en tierra, a regalarnos, al caminar. Mi alma se entregó pues reconoció la calidez de tu ser, la ternura de tus manos y la fragilidad que conllevaba tu llanto al nuevamente sentir, al nuevamente nacer.
Mi querida niña de ojos terrestres ¡Sabiduría antigua tuya, si las hay! No temas querida, has vuelto a este hermoso y mágico mundo lleno de paraísos e historias, lleno de amor y gratitud. Aquí y allá; estoy. Aquí y allá; estás. Unidas por ese viento de colores que sopla en silencio nuestros interiores.
Gracias, por ser sostén, mientras dicen que, “yo te sostenía”.

Volver a nacer
El aire se cortó.
Ese día algo nuevo creció en él, una cueva muy profunda. Había escuchado sobre ella y estaba aterrado, toda su vida le había temido. Desde afuera asusta, porque la oscuridad parece ser la única que se encuentra allí, con brazos claros, fríos y extendidos. Se desespera por los nuevos invitados, los embadurna y los cubre en su niebla profunda. Los que entran a estas cuevas, no es por elección consciente, ya han visto tantas veces esta entrada que no la pueden esquivar, están cansados y la curiosidad los atrapa por querer ver más allá.
Él al principio, percibió que no era cómodo, sin embargo no había otro lugar a donde escapar. Sus ojos no podían mirar y con los minutos transcurridos se convenció que era la única forma de sobrevivir, se entregó.
Observó que solo había tierra seca, agrietada, sucia, vieja; pero como no había nada más para hacer la limpió con sus lágrimas, la escarbó con sus manos, sus uñas y sus pies. Lloró, porque era muy dura, estuvo triste porque se sentía muy solo para tal misión, se angustio porque el tiempo parecía eterno, se frustro cuando se lastimó y cuando nuestro humanito ya estaba agotado, se sentó en paz y descansó.
De pronto, una pequeña grieta se creó en la cueva. La tierra parecía seguir quieta y silenciosa, sin embargo algo mágicamente empezó a brotar.
No conoce él en que se va a transformar; piensa que será un limonero, quizás un gran sauce o un jacarandá. No sabe que se empieza por los yuyos, pero aprenderá; ahora tiene mucho tiempo y necesitará mucho cuidado para germinar en esa inmensidad. Lo intentará, el pequeño tallo recaerá. Con las estaciones su observación se agudizará, sus manos se convertirán en caricias, su aliento en viento manso, sus lágrimas en agua amada y deseada, y sus sollozos retornaran en cantos. Entonces el tallo se sostendrá, él comenzará a cuidarlo con tanto poder que un día entre sus brazos un duro y macizo tronco abrazará.
Allí estará él, el tronco con su gran copa y ella, en silencio los tres. Aunque ella lentamente se estuvo retirando hace ya un tiempo largo, se dio cuenta que la han emancipado…Él recuerda que de esta cueva quiere salir y ya no le teme más, pues la sabe cultivar, ahora es la armonía que se sienta a brindar. Se levanta, encuentra la grieta luminosa y sale…
El tiempo sigue, por momentos él no. Por momentos dormita en sus recuerdos con ella, con su oscuridad, y llora porque las gotas son sus fieles compañeras; ellas siempre limpiaron, limpian y limpiaran sus ojos, su aire, su alma. Él las necesita, a veces muy seguido, más que a los demás. Ellas, le recuerdan en ocasiones, esa tenebrosa cueva, que hoy brilla. Allí comenzó su semilla a nacer y algún día, otro encontrará una limonada para tomar.
Susurran, tierra hay en todo lugar y sin importar donde estés, siempre se puede volver a brotar.
ARG, Ushuaia

Hola
CUBA, Matanzas
Hola.
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Así comienzas; como si fuera un simple saludo, como si todo continuara igual. Como si las hojas siguieran cayendo en este instante sobre la tierra por casualidad, y no tuvieran ninguna razón de abrigar mi andar.
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Solo ella sabe de la potencia de una ola, de la fuerza de lo que acabas de mencionar. En soledad tranquiliza a las fieras sabiendo que todo acaba de cambiar. Es la espuma, o su furia, que logran limpiar el lugar. Se refresca cada piedra, cada planta, cada pelo de la pierna, cada una de las células de mi piel acelerada. La esquina del salón, de mi cuerpo completo, de los líquidos que me recorren, los de mi órbita, los que se expanden y lo que se esta creando en este instante, todo se acaba de mojar.
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Todo está en calma, suave, mentolado y en quietud; pero en ese todo, no estoy YO. Me haz recorrido como si fueras un remolino, donde debo esperar a que se aquiete; pues la tierra se está mezclando con el cielo, con el agua, con las piedras, todo eso envuelto por un flujo amorosamente cálido; lleno de mí, de mis colores, olores, hilos y sabores.
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Sigo acá, parada, observándote como si el tiempo continuará, como si mi respiración acompañara la suavidad.
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Te miro, acabo de pasar por momentos increíbles que el mar me ha recordado, pero solo me ves a mí; no sabes que en este vacío ahora soy nueva. Respiro, inhalo la sal y al exhalar veo al fondo una caracola. Busco los signos necesarios para este presente y te respondo:
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​-¡Hola! ¿Cómo estás?

