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Vip pa sanar

  • Foto del escritor: Ayelen Maestra
    Ayelen Maestra
  • 10 mar 2024
  • 3 Min. de lectura

Estuve pensando mucho en este texto pues tuve muuuucho tiempo para pensar. Hoy salí de un retiro de Vipassana, el cual se conoce por no hablar durante 10 días.

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Antes de entrar la pregunta de todos era, "¿Vos vas a poder estar sin hablar?"... en mi interior contestaba "Já, que lindo que no conozcan la Aye que no habla, la que paso un verano entero casi en completo silencio de tanto dolor". También me recordaba que a eso, yo no le temía. Sé y conozco mi silencio y no me asusta, me agrada, me doy cuenta que es un equilibrio; para después hablar.

Sí, me preguntaba, "¿podré 10 días sin fumar? ¿Me lo propuse alguna vez en serio el poder dejar, me costara demasiado? Bueno, si la paso mal, me voy, será la próxima, cosas peores han pasado..." respiraba y me tranquilizaba.

Por otro lado, hasta hoy, tenía organizado mi viaje y nada más. Mi mente estaba empezando a entrar en caos por tanto vacío, algo en mi pedía paciencia todo se va a acomodar. Pero afuera, afuera los destinos son miles (de pronto) . Afuera mi corazón enamorado no quiere soltar (esta vez). Afuera, la pregunta constante era intolerable.

Así que con muchos pensamientos alborotados, con mucho ruido mental del futuro, de sí el camino está siendo el óptimo o no, entre a desconectar con el afuera para conectar con el adentro.


Diez días de meditación. Días en compañía de 20 mujeres a quienes no les podía hablar, y observe, que era lo menos importante y necesario. Cada una estaba en su rumbo, acompañándonos en silencio en miradas de apoyo. El pucho nunca tuvo lugar, no era algo en que tomarme el tiempo, porque allí me encontré con algo mucho mucho peor... Allí me encontré conmigo misma, y me lastime nuevamente, pero esta vez a consciencia. Esta vez observando a mi compañera, MENTE; que me azotaba a una velocidad imparable porque temía, porque no entendía esa tranquilidad y se desequilibraba, y mi piel... uf mi piel la sufrió intensamente los primeros 3 días.

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Recuerdo un día, tirarme en el pasto y lagrimear, mientras observaba la copa de este árbol y pensaba "por qué lastimarse tanto, porque hasta que sangre? Por qué, tan cerca de la oscuridad?..." y al instante la respuesta del universo, un colibrí, sí nuevamente. Se me acercó volando a la cara y fue directo hacia el cielo y recordé "ESTO TAMBIEN PASARÁ"; frase que escuché esa misma noche al maestro, reemplazando el pasará por CAMBIARÁ. Volví a respirar.


Luego, conocímos la técnica de Vipassana. Juro que jamás había experimentado un placer tan exisito de sentir mi cuerpo, de amarlo, de escucharlo desde el interior. Las palabras quedan cortas para tal experiencia... Al levantarnos ese día de la sala donde cada uno se sentaba a meditar durante horas hacia ya varios días, con cara de seriedad, de inseguridad, de tristezas, de oscuridad, de dolor (algunos), porque hacia MUCHO que su cuerpo no recordaba el suelo; de pronto nos miramos, sin decir una sola palabra, empezamos a sonreírnos a reírnos casi en silencio. Todos habíamos compartido una experiencia mágica y sencilla, la gratitud era tanta que sobresalía hacia el exterior.

El retiro continuo, con nuevos desafíos y nuevos placeres. La mente, la mente se calmó se amigó con ese descanso, entre ambas, pudimos acompañarnos y sentir nuestro cuerpo en plena expansión.

Muchos sufrían y lloraban, yo sentía y exhalaba; luego me enteré, que no era común tanta fluidez (pero bueno, como siempre rara ser ja) Llegó ahí, el aburrimiento y como muuuchas veces más, a trabajar la PAZciencia ja que tema como se nos repiten algunos lugares, algunos sentires, algunas ataduras.

Último día hablamos, conocimos nuestras voces y me encontré con energías TAN conocidas y amadas, que en esas horas de "palabras nobles" terminamos de enlazarnos para culminar con esa obra de arte de 10 días llamada amor.

Este texto podría ser eterno porque fueron millones las sensaciones, los pensamientos y sentimientos. Pero ahora, luego de una larga caminata, encontré escondida entre las callecitas de San Marcos una cafetería mas maravillosa de lo que había imaginado y tengo el placer, como tantos que me entrega la vida, de tomarme este café con leche con un riquísimo lemon pie, la torta del día (gusto mi preferida). Escribir un rato sobre proyectos que he disfrutado y contemplar mis pensamientos que son puros y serenos para escuchar para donde se debe seguir volando mientras me sano.

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Gracias, porque te aseguro que apareciste en mis pensamiento durante estos días. Gracias porque, haberte cruzado en esta vida es un hermoso regalo, ojalá ya te lo haya dicho en persona. Gracias, por haberme escuchado mientras te escuchaba desde las Sierras de San Marcos. (Hoy; mañana aún no lo sé jeje)

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