Un oasis de pueblo
- Ayelen Maestra
- 8 ene 2024
- 2 Min. de lectura

Año nuevo, en familia nuevamente. Ahora la familia de sangre, la familia de tierra, de donde vino una partecita de mi. Donde la carne nunca falta y las frutas y verduras son mi burla ja.
El brindis fue sin querer pasadas las doce, como me dijo mi hermoso primo "lo lindo es que lo esperas relajado, no estas preocupado". Nadie estaba preocupado u ocupado por lo que venía, sino por lo que transcurría, por el preciado y maravilloso presente.

Lugar donde la familia se extiende a aquel que abre la puerta porque siempre hay un plato de comida más (eso nunca falta), donde todos saben que nadie es perfecto, pero nos abrazamos con amor igual. Personas reales, con el aprendizaje de saber que los placeres más sencillos de estar unidos con el otro en armonía es lo que importa, porque los mates son sin horario e inesperadas las charlas que allí encontré.
Miradas que me desnudaron en su inocencia de niñez, donde la plaza es el lugar de encuentro o el balneario, con su camino hermoso, para disfrutar en compañía o soledad un plan diario para elegir.
Año nuevo, no es vida nueva, es vida continua que me regala el día a día, llena de hermosos y placenteros momentos. De baile, de vitalidad de conexión con aquellos que están al lado y con los que están lejos abrazándome, abrazándolos. Deseo que el año les haya llegado con tanto amor, con tanta alegría y simpleza como me sorprendió a mi en ese pueblito lejano que volví a disfrutar y a amar con el alma entera. Pueblito de historias, de sangre, de críticas y secretos que se guardan en el cofre del corazón
Hoy nuevamente en mi otra realidad, Merlo. Admito que irme siempre cuesta, pero ver el siguiente paisaje me vuelve a susurrar "Vamos bien, a seguir disfrutando el camino que vamos creando". Es muy cerca y muy lejos de esos campos y maravillosos atardeceres diarios, donde comienzo a extrañar las peleas entre risas y los abrazos de ese color tan único y cariñoso, la familia que hace poco volví a encontrar y que agradezco una vez más haber llegado en este momento de mi andar.

Villa de Praga, San Luis
Mientras escribía estas palabras apareció un colibrí, simple y grandiosamente GRACIAS vida.



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