Prorrumpir en mí

Ayelen Maestra
16 ene
3 Min. de lectura

Los días por acá, siguen siendo de: acomodar, ordenar, revisar, registrar, reencontrarme con esta nueva versión que elegí crear desde hace ya casi dos años (Sí, cansa). Mas para llegar acá, pasé por un tsunami de momentos que me volvieron a construir, junté pedazos que se habían perdido o destrozado, amasé nuevas formas que antes no tenía, con tonos de colores que desconocía, y con la consciencia expandiéndose y animándose a crear siempre más.

Entonces llegó él. No, no hablo de un príncipe azul, ni de un héroe o un ángel. Hago referencia a uno de mis seres preferidos en esta Tierra, con el cual mi alma siempre se encuentra en plena armonía, amor y trinidad. Donde el silencio es placentero y comunicador, el tacto me llena de vibraciones altas y su voz acaricia SIEMPRE esas heridas que suelen estar muy escondidas ante los ojos de la mayoría.

Mi amado Ezequiel, es ese Ser que todes tenemos que va más allá del tiempo, de los momentos o las experiencias compartidas. No es padre, no es amante, no es amigo, ni hermano; es todo eso junto, pues el corazón comienza a respirar de una forma tan amable que no hay caos al que temer. Es esa persona en el mundo que nos regala simplemente SER, mirarnos en sus ojos y escuchar nuestra propia voz más cariñosa.

Se acaba de ir, los días pasaron.

Comencé con lágrimas de alegría, recibirlo completa; adjetivo que durante mucho tiempo busqué, y en muchos momentos pensé, que estaba totalmente desterrado de mi existencia. Por algún motivo (de los inexplicables) parte mi alma se quedó acá, y no hay otro lugar donde HOY pueda sentirme más feliz. Y sí, vivir en un sueño también tiene sus contradicciones, es un volver a empezar. Soltar cada vez más y con mayor velocidad ese paquete porteño; donde nací, donde crecí, donde tanto amé y siempre también extrañaré.

Mas por acá, compartimos las delicias en sabores, en descansos siesteros, en arco iris y luna llena. Desde la cima de los cerros o las callecitas de la plaza, los olores y los mil colores del Mercado que despiertan a cualquier dormido. Tilcarita, una vez más me hizo recordar y entonces, recordale al otro también lo simple y armonioso del presente. Lo hermoso que es estar brillante solo por SER.

Despedirme, soltarnos nuevamente VIVOS. Elegir quedarme entre estos cantos jujeños, entregarle mis lágrimas que limpian a estos gloriosos cerros, y su río que ruge y me acuna, con su calidez que quedó en mi corazón, con mi corazón acuoso que siente cada vez más AMOR y DOLOR, AL MISMO TIEMPO.

Sueño porque sé que se hace realidad. Vivo en la verdad que siento. Siento siempre MUCHO al mismo tiempo. Elijo escribirte ahora, con este abuelo-cactus que susurra entre sus siglos de observador “todo siempre pasa”, toca disfrutar lo que se gestó.

Gracias, por ser mi primera visita de esta nueva etapa, por dejarme compartirte desde donde la saboreo y volver a conocerme con vos. Gracias vida, porque me dejaste descubrir que es animarnos a seguir viviendo y muriendo al mismo tiempo, solo es necesario confiar en nuestra voluntad diaria para disfrutarte, gozarte. Gracias, porque estoy segura que vos que me lees, tenes tus sueños que están pulsando para SER y que en este momento se animan a aparecer. Animate a animarte ¡Saltá por ellos, vivirlos y morirlos es solo TU elección! Te juro que encontrarás “los ojos de Ezequiel” en tu propio camino.