Entre seres

Nunca contemplé tanto un árbol como a él. Sus hojas, su tronco, la visión que tiene de este hermoso campo, el sonido que escucha día y noche del viento y de los pájaros.

Al principio Solo fue un impulso, una elección no pensada; era uno entre tantos árboles que fue tocado por mi varita mágica, o yo por la de él.

Allí, compartí meditaciones en grupo, en soledad y en dualidad. Con él, tomé unos cafés ricos y sabrosos junto a un Franco morocho hermoso de poquitos años, a quien me llevo en mi mochilita espiritual del amor. Lo lloré porque observaba lo roto que estaba(mos), esas batallas donde la naturaleza nos quebró y tuvimos que entregar parte de nuestro ser, para morir y; renacer. Mis lágrimas fueron abrazadas una vez más por Jane, quien me ayudó a tomar las fuerzas que estas estaban limpiando, comencé a cuidarlo a sacarle esas ramas que debían caer.

Liana y su alegría ante el fuego me ayudaron a quemar lo que ya fue; junto al movimiento de dos hermosos seres que danzaban y expandían lo liviano de su ser. Elegir y compartirlo, todas las mañanas. Escucharlo y observarlo más de una vez en el día. Sentirme árbol en la tierra, mientras movía y me temblaban las piernas.

Lo cuide muchos días, me regaló los primeros brotes del año, recordándome que la vida vuelve siempre a aparecer.  Me trepe entre sus brazos y su vista fue compartida también desde arriba. Atrás sus cuatro hermanos, lo siguen, sin importar que en algún momento se dobló, se golpeó, se rindió.

Él, mi sauce llorón me mostró como estoy... Estoy sanando todos los días, abriendo y curando heridas, disfrutando cada momento que me entrega el sol. Encontrándome con su sombra que era gigante, sabiendo que la mía es aún mayor, pero que la miro ya sin miedo, soy lo que soy en cada momento. La luz de sus brotes, la oscuridad de su muerte y las raíces interminables que hacen que su pelo largo se nutra cíclicamente.

Dos semanas ya pasaron por Bs As, llena de mimos y de perlas para compartir de cada nuevo despertar. Siempre un poco más erguida, siempre un poco más liviana, entusiasmada por el camino que aún hay por crear, convencida y cada vez más que SÍ hay comunidad en cada rincón que mi alma me lleva a pasear, enamorada de cada alma que se cruza para contemplar juntas este camino que vamos recreando.

Los y las invito a sentarse en sus descanso frente al primer árbol que les susurre por ahí escuchen una peli aún mejor que la mía.

Gracias, por leerme por tomarte este tiempo para tocar la puerta de tu corazón a la distancia. Gracias por compartir este espléndido viaje de vivir junto a mí, montones de escenarios nuevos. Gracias Ale, Jane, Liana, Héctor, Lidia, Victoria, Herman, Sebastián, Macarena, Roma, Pablo, Claudia, Esteban, José, Franco, Susana, Alejandra, Romeo, Linda, los tres gatos hermosos, Kira y... a este majestuoso y tremendo Sauce llorón, que me animó a llorar mucho y enamorarme del ciclo natural que pasamos por esta increíble tierra.

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