BUENOS Aires
- Ayelen Maestra
- 14 dic 2023
- 3 Min. de lectura
Mi primer lugar, mis primeros abrazos de este viaje, mis primeros besos y mis primeros recuerdos serán comenzando por acá.
Dejo las callecitas de Bs As, y como me dijo un sabio amigo “siempre se puede retornar” y así me voy. Sabiendo que nada he dejado atrás que todo me lo llevo en mi “mochilita espiritual” (esta también, me la contó una amiga), que el corazón explota de alegría, felicidad y gratitud cuando pienso en esta gran y tremenda ciudad.

Amados porteños, somos y seremos poco comprendidos siempre. Por nosotros y por los que no lo son, seremos los malos de la película, los temidos y los poco esperados; pero cuando nos conozcan, también podremos ser amados. Porque sí, debo admitir que mi grupo de porteños sale bastante del grupo tradicional de aquellos que merodean una prenda por comprar, que no saben bailar, que son expertos en criticar el todo, pues no se pueden detener frente a gloriosas y feas obras de arte y dejarse llevar.
Les presento, mi familia porteña. Esta, está llena de colores del bien, de olores de distintos tonos de bondad, de sonidos de palabras de amor, de sabores de corazón, de momentos reales llenos de sol, llenos de sentimiento, llenos de presente… de nuestros vozarrones fuertes y estridentes que aunque a muchos les molesten, deben saber que es un arma que se ha implementado en esta inmensidad porque hay que luchar contra las bocinas constantes que atormentan el silencio en continuidad. ¿Saben por qué? Porque contra ellas si podemos, porque contra esta ciudad aunque tratemos muchas veces nos golpea fuerte y constante. Nos aplasta con su demanda infinita, con su velocidad de estar siempre bien, con su densidad de rápido, con su desilusión repetitiva que cargamos desde nuestros antepasados y que también contra ella luchamos, porque hemos visto que el sol también brilla acá.
Mis porteños, son seres magníficos, de esas personas que nos une la identidad más que la sangre. Son personas que cada uno en su lugar, con sus peleas internas, con sus problemas sociales, con su perfecta imperfectabilidad; logran entrar en el alma y abrazarla con sus palabrasrisas, con sus abrazos mientras corremos, con los mates de mañana, tarde, noche, madrugada… En fin con los mates que son parte de nuestro terreno; porque les cuento, ser porteño también es pasar horas eternas que como buenos argentinos hemos estado frente a libros y textos, teniéndolo a él como único compañero. Es verdad, somos medio pajeros; por ello muchas veces estamos horas sin levantarnos y nos conformamos con el mate lavado semicaliente; sí eso también somos los porteños.

Me voy, con sus ojos inocentes, e igualmente amados que los que ya muchos años tienen, guardado en mis recuerdos. Con sus locuritas de 2 años, con su alegría de asombro constante, con la sensación de que mi hermosa familia sigue y seguirá creciendo.
Partir, como me dijo Irene hace poquitos días, es lo que estoy haciendo PARTiendo. Y en este partir, algunos vínculos se partirán, otros se lastimarán, algunos seguirán igual y otros, otros sabemos que se potenciarán. Pero en todos los casos cambia; algunos, hoy enojados porque les duele y temen, otros tienen esa soltura para saber modificar las vueltas y transformarlas, algunos no pueden o no quieren enfrentarse con otro dolor más y he encontrado que no logran acercarse hasta cierta distancia. No importa, yo sabré esperar y volvernos a abrazarnos sea donde sea que estemos, cuando la furia los/nos suelte.
Gracias amigos, gracias familia de “Mi Bs As querido”. Los llevo, les agradezco y nos veremos en las siguientes páginas de la vida. Sueño con encontrarlos a cada uno de ustedes, en mi hogar con la fogatita del asado, un vinito bien argentino y los pájaros resonando entre los cerros; allí nos sueño a diario.
Como me dijo un hermoso jujeño, que leyó de Facundo Cabral “Bs As es el eterno capricho de mi corazón”, y estoy segura que mucha razón tiene, porque a estas Avenidas siempre las volveré a visitar.

PD: He llegado a Merlo y todo ha sido tan hermoso y movido que recién me pude sentar un ratito.



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