top of page
Buscar

Aprendiendo a parar

  • Foto del escritor: Ayelen Maestra
    Ayelen Maestra
  • 18 dic 2023
  • 2 Min. de lectura
ree

Amanecio nublado, pero igual en grupo nos embalentonamos y aunque sea el lunes un día poco planeado, nos encontramos en la reserva Florifaunistica de Merlo, San Luis. Alfredo antes de salir, nos recomendó abrigo y aunque al principio me pareció exagerado, recordé que nacio entre estos cerros lo mejor sería seguir sus consejos aunque me parecieran descabellados para el momento.


Hoy aprendí a parar en el lugar menos pensado. A caminar una ruta desde las alturas siguiendo un sendero poco claro o desde el río por abajo saltando piedras, esquivando pies mojados. Ambos caminos hermosos y majestuosos, aunque sin dudas siempre prefiero la montaña.


Caminando entre las rocas, con saltos, toboganes, silencios, historias, risas como si fueramos unos cuantos niños en plena aventura. Uno de los compañeros dijo que debido a que transita entre estos caminos; llenos de verde, de agua, de viento, de vida; ya no tuvo que ir más al psicólogo...

Que sencillo y complicado, pensé, ¿Si tuviéramos en todos lados ese lugarcito de paz la utilizariamos? Si en todas las esquinas de nuestra humanidad hubiera miradas reales ¿las podríamos ver sin miedo?


En mis pasos, dejé mi cansancio, dejé mis problemas y volví a recordar porque canto, en mi canto nuevamente se presento el colibrí, porque río y porque bailo. Ante mis ojos nuevamente la inmensidad de una cascada, como millones, como ninguna, única en su especie igual a las demás. Ella sabe que brilla en su escondite y jamás para de liberar su poder, vaporoso, sudoroso.


ree

SALTO TABAQUILLO; Merlo, San Luis.


Luego un valle, donde me acuna, donde disfruto mi día a día. Estoy recorriendo lugares externos e internos nuevos, llenos de color, de creacion, de energia que se sigue potenciando. Conociendo gente hermosa y sencilla, ayudando con la labor de seguir sonriendo en momentos de caos, abrazándome para sostener mi ser amable que ama y que intenta día a día ampliar su capacidad de disfrute (así me enseñó mi querida y amorosa Mariana). Aprendiendo a poner límites que duelen, que molestan, que pesan y poder soltarlos, con plena libertad, con total amor...


ree

En la bajada de esta hermosa cascada, dos paradas impensadas, en medio de la nada. Jamás hubiera parado sola en esos lugares tan poco elegidos, tan poco disfrutados. Me hicieron observar eso que no hubiera visto, que me hace detener el foco en lo común, en lo obvio que no lo es tanto. Porque estos pastizales, amarillos que tengo frente a mis ojos y que han acompañado muchas de mis subidas, solo en sueños los toco cuando ya no estoy por acá arriba. Porque el ruido constante del río que parece eterno, se reproduce gracias al recuerdo de este momento de mi mente pero que no siempre toca mis dedos.


Parar solo por parar. Sin pensarlo previamente, sin tener un objetivo claro o recomendación externa. Sin culpa, sin arrepentimiento, parar para observar como la vida continua acá arriba o al bajar. Aprender a parar en momentos que nadie se anima es un consejo maravilloso que aprendí el día de hoy, gracias a este grupo de gente desconocida entre todos que compartimos esas únicas paradas.


Aprendo a parar una vez más, cuando nada lo amerita.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page